22-1, «I-n-e-x-p-l-i-c-a-b-l-e»

Patxi Eugui, tres veces campeón manomanista, se quedó en un tanto ante Patxi Ruiz tras un partido horrible

J. HERNÁNDEZ / L. GUINEA / Diario de Navarra
Patxi Eugui riñó con la historia y con su propio prestigio manomanista. Se fue al vestuario con un 1-22, confundido e impotente. También le sonaron los pitos de la grada. La imagen fue dolorosa, pero también inexplicable. Es difícil encontrar las razones al enorme desaguisado. Parece por lo menos probable que el Eugui de ayer no es el Eugui real. Ni por edad, ni por condiciones, ni por estilo, ni por carácter. El actual campeón, Juan Martínez de Irujo estaba tan sorprendido como el resto. «Hace cuatro días me sacó del frontón a pelotazos, en un entrenamiento».

El entrenamiento, sin embargo, no es más que una referencia previa que no se acercó ayer a la verdad del pelotari de Aoiz. Como ha ocurrido y ocurrirá en otras ocasiones, el Manomanista desviste al protagonista y refleja las carencias físicas y psicológicas. Eugui se derrumbó muy pronto y no tuvo ningún tipo de resorte. A lo mejor, por pura impotencia, ni los buscó. Se encontró con un rival como Patxi Ruiz fresco, prominente, seguro y convencido. La pelota le salió de la mano al estellés con velocidad. Y se encontró, además, con el primer saque. Hizo el 1-0 tras resto de Eugui a la chapa inferior. Posteriormente el de Aoiz mandó al limbo otros dos. Intuyendo ya la debilidad del rival, Ruiz se descolgó con una dejada imponente al ancho, desde el cuadro cinco. Luego siguió con otro saque, con un solemne derechazo al ocho, con otra dejada y otro saque. Para el 8-0 el partido estaba ya desencuadernado. Ruiz crecía en seguridad. Y Eugui había iniciado ya su caída libre.

En el 0-3 amagó una visita al vestuario tras consultar con el juez de centro. Fernando Soteras se lo impidió, lógicamente. La confusión se había adueñado ya del pelotari agoizko ante la incredulidad de una grada que no se explicaba demasiado bien lo que ocurría.

Una pelota mortal para Eugui

Después todo fue lo mismo. Se agravaron las diferencias y se agrandaron las distancias. Patxi Ruiz jugaba con unas inusitadas holguras. Tenía, además, un material fuerte, una pelota que llegaba a los cuadros ocho y nueve con inusitada facilidad y que no podía mover Eugui. Cuando reculaba atrás la entregaba, cuando intentaba-casi siempre-la defensa de aire entre el cinco y el seis la mandaba abajo. En las tres ocasiones que se encontró con el pelotazo encarado se equivocó en la dirección por falta de toque y de confianza. Obligado a una desorbitada tarea de recadista se fue descorazonando a borbotones.

Con el 12-0 el resultado ya olía a escándalo. Entonces Ruiz intentó una dejada al ancho de zurda desde el tres. Se le fue abajo. Y la gente seguidora de Aoiz aun tuvo resuello para animarle. Pero Eugui, volvió a derrumbarse y mandó desde el tres un derechazo por encima del fleje lateral.

De ahí hasta el final todo resultó doloroso para Eugui. El Labrit se sintió decepcionado por un 22-1 inexplicable.

© Pelota Vasca - Manista. Diseño: iLUNE