Esto es lo que recogen nuestros compañeros de la prensa pelotazale sobre el pase de Olaizola II y Mendizabal II a la final del 29 de marzo en San Sebastián en la que esperaban Irujo y Goñi III.
El jefe dio un paso al frente (Joseba Lezeta, Diario Vasco)
Aimar Olaizola, el jefe de su pareja, dio un paso al frente cuando más falta hacía, cuando después de ir ganando 15-11, Oinatz Bengoetxea mandó un dos paredes de sotamano a la contracancha y el de Goizueta tuvo la oportunidad de cambiar de pelota. Dijo aquí estoy yo y decidió en 119 pelotazos cuando hasta entonces se habían dado nada menos que 572.
Aimar surge de la lámpara (Javier Leoné, Diario de Noticias)
Como si de un genio se tratara, Aimar Olaizola emergió de su lámpara maravillosa y conquistó una victoria vital en el Atano III de San Sebastián. Un triunfo que le permitirá defender el título de campeón del Parejas que conquistó hace un año en compañía de Oier Mendizabal, que ayer volvió a comportarse como un auténtico veterano. El goizuetarra se mostró determinante en la recta final del encuentro para tumbar a Bengoetxea VI y Beloki y sellar su pase a la final del 29 de marzo, una cita para la que Irujo y Goñi III ya estaban clasificados desde la pasada semana.
Un cambio de pelota providencial (Luis Guinea, Diario de Navarra)
El pasado jueves Oinatz y Beloki anunciaron a los cuatro vientos que habían separado material rápido para meterle gas al partido. Ayer cuando se abrió la caja y las probaron se llevaron un chasco, de las tres pelotas dos habían desaparecido. No físicamente, porque seguían allí, sino que no eran tal y como las vieron en la elección. Aguantaron dos tantos, luego se agarraron a la más botona del lote, y llevaron el partido no por el camino de la rapidez, sino del castigo.
Raza de campeón (César Oruzar, Deia)
Vaciado el organismo, quemados los músculos, ahogado el aliento, trémulas las manos, aniquilado el oxígeno, en un paisaje yermo, árido, claustrofóbico, en la misma frontera, en el límite, al pelotari le queda lo intangible, el tejido que se entrelaza desde el alma. Nada más. Se cruzan entonces los hilos del talento, del orgullo y de la pasión para conformar la raza del campeón. El mejor linaje posible. El resultado de una purga. Selección genética. Teoría de la evolución. Asomó entonces Aimar Olaizola en su mejor versión sobre el peor escenario posible para elevarse maravillosamente y ejercer su indudable ascendente en el juego con su material preferido.
Olaizola II y Mendizabal, a la final (Tino Rey, El Correo)
Por suerte para el espectáculo, en el frontón Atano III de San Sebastián se firmó un partido de los de antes. Serio como pocos, sin florituras, excitante y con dos parejas enfrentadas que estuvieron igual de cerca, una como la otra, de la victoria y de la derrota.
La picaresca y y destreza del benjamín de los Olaizola en la recta final, cuando se le ensombreció el horizonte (15-16) resultó determinante. Con una de esas pelotas, que parecen echas a su medida, tosca de mover y de salida de frontis lenta, sumó un parcial de siete tantos (22-16) y dejó a sus rivales fuera de concurso.
La picaresca y y destreza del benjamín de los Olaizola en la recta final, cuando se le ensombreció el horizonte (15-16) resultó determinante. Con una de esas pelotas, que parecen echas a su medida, tosca de mover y de salida de frontis lenta, sumó un parcial de siete tantos (22-16) y dejó a sus rivales fuera de concurso.
Aimar resurge de sus cenizas para acudir de nuevo a la final (Koldo Akordarrementeria, Gara)
Si hay un baremo para medir la diferencia entre un pelotari normal y un superclase, es la capacidad que posee para jugar bien en los momentos importantes. Aimar Olaizola volvió a mostrar ayer que él está en ese selecto grupo. Si en partidos predecesores fue Mendizabal el que mantuvo vivas las opciones de la pareja, ayer fue de nuevo el goizuetarra el que marcó las diferencias.
Final definida (Eduardo Gómez, La Rioja)
Resultado al margen, el partido satisfizo a los muchos aficionados que presenciaron la pelea no solo por la incertidumbre del resultado durante buena parte de la pelea, sino por el juego de los cuatro protagonistas, puesto que Olaizola logró apuntarse doce tantos con sus remates, especialmente con ganchos inalcanzables que hicieron rodar por la contracancha al de Leiza, mientras que éste último materializó nueve, amén de los cuatro saques. En la zaga, con gran nivel ambos hasta que pinchó al final Beloki.