Hoy el Diario de Noticias me publica una columna sobre la final.
No hay crisis
NO nos llevamos sorpresas sobre la velocidad a la que desaparecieron las entradas para la final del Cuatro y Medio de la LEP.M. No con el mismo follón que las del concierto de AC/DC en Bilbao, pero también ha tenido su aquél. Los 120 euros de la butaca de cancha no fueron óbice ni cortapisa para que dichas entradas se ventilasen en un pis pas . Paralelamente flipamos con la deuda de Sacyr, la falta de liquidez de Lukoil, la quiebra del Citigroup, los ERE en automoción o el Fibonacci bajista del Santander. Todo eso da igual: las gradas del Atano III se volverán a llenar una vez más. Las finales de pelota es lo que tienen, crean una expectación enorme. En este caso son dos pelotaris que arrastran muchos seguidores de sus pueblos y aledaños, además de buenos aficionados de otros lares y apostantes que buscan el tulipán negro que les haga pasar unas felices navidades blancas, que no sin blanca.
Una final de pelota es un espectáculo que no defrauda a nadie. Las aficiones gritarán apoyando a sus pelotaris en plan marplatense Copa Davis, los fotógrafos se agolparán en cuatro metros cuadrados en el uno, me imagino que ETB estrenará una cámara reality que esperemos sólo la use en los tiempos muertos, en la larga barra del bar de Anoeta se servirán miles de gintonics y cubatas, los corredores se subirán por las escaleras cantando los momios mientras los móviles les calientan la oreja, el prohibido humo llenará el espacio deportivo que me río yo de la planta de coke de Petronor o la térmica de Castejón, las autoridades políticas se dejarán ver (estamos en precampaña), el neófito que asiste por primera vez al frontón sentado en la silla de pollería a pie de cancha se va a hartar de ver los cuerpos serranos de los corredores… ¡Ah! y lo mejor, que Aimar e Irujo juegan un chingo.