En los mentideros deportivos no se habla de otra cosa: la final de los chavales de Leitza o la Eurocopa de los Cristiano Ronaldo, Villa, Ballack y algún lateral checo que sólo conoce Maldini o Axel Torres.
Leitza, los dos últimos meses, ha estado bajo el manto del agua. La lluvia no ha dejado de caer y los días se han tornado grises como la vigilante piedra de la iglesia de San Miguel, el Ayuntamiento y el frontón. Ese frontón que ha moldeado a sus dos pelotaris y que ha hecho que esas jornadas de brumas se tornen alegres y de orgullo para el pueblo. Un pueblo que se muestra dicharachero para ensalzar a sus dos paisanos y que ve con agrado como Leitza sale en los papeles por cuestiones deportivas.
La fiesta en Leitza está asegurada y en el Atano III no digamos. Habrá que ir pronto para aparcar, ya que a la misma hora la Real apura sus escasas opciones de ascender a Primera en Anoeta y aquello se petará de coches y de restricciones. Recuerdo que el año pasado la última jornada de liga también coincidió con la final manomanista y los locutores radiofónicos cantaban al respetable los goles que condenaban a la Real o salvaban al Athletic (ay ama).
El busto de Atano III nos dará la bienvenida a la altura de las taquillas donde se recogen los últimos encargos. La barra del frontón estará presta para despachar combinados a troche y moche. Las gradas populares, por decir algo, se poblarán de pancartas de ánimo. Los cerca de veinte corredores, camisa habanera en ristre, se desgañitarán para que se escuchen las posturas. Los que se sienten en las primeras filas, en las sillas de pollería, fliparán porque no van a ver ni jurar. Los fotógrafos se apelotonarán en un triángulo, en el cuadro uno, junto a las cámaras de ETB y la mopa. Los puros no cesarán de echar humo con la misma cadencia que las pelotas de tenis. Los cánticos de apoyo a los pelotaris: ¡A-bel! ¡Oi-natz! s e encadenarán rítmicamente. Los VIPs se acomodarán comentando el ambiente que hay, fíjate, asombrándose del ruido de la mano contra la piedra, y contra el frontis. Los jueces se secarán el sudor de las manos rezando para no equivocarse y que el "ojo de halcón" televisivo no les deje en evidencia. El paseillo por el centro de la cancha hará rugir al público. La chapa al aire dilucidará el saque. Barriola y Bengoetxea VI se darán la mano y se desearán suerte. La final arrancará con la carrerilla hacia el primer bote… Que gane el mejor.