Entre ayer y hoy se ha elegido material para los partidos del Cuatro y Medio LEP.M. Llegan los ases de la "jaula". Que si Cipri, que si Punpa, lo habitual. Sin embargo, otro tema siempre me llama la atención en esta liturgia tan nuestra: el uso del eufemismo material en sustitución del término pelotas. Yo creo que viene de usar tanto la palabra material en los talleres industriales (un calificativo, industriales, como los frontones donde se juega la tela, curioso término también) que hay por nuestra geografía. ¡Cuántas veces habré oído a mi padre eso de que ha llegado el material para Ufesa o Super Ser! La causa, lógicamente, estriba en las connotaciones (que diría Luis Aragonés) que tiene el sustantivo "pelotas". Porque eso de que a "Xala le gustan más las pelotas de Irujo que las suyas" como que queda erótico festivo.
En otras ocasiones el lenguaje deportivo denota si eres un pata negra o un recién llegado. Si a un cronista, o un colega en el bar, se le ocurre decir que Titín ha ejecutado un punto muy bonito en vez de usar la palabra tanto, la peña le condena a galeras (lo mismo que si dice "Bilbao" por Athletic o usa el artículo "el" para acompañar Osasuna o utiliza la esdrújula cuando alude a Las Bardenas; y además piensan "un advenedizo que no tiene ni puñetera idea de pelota, ni de fútbol").
Así es el deporte de la pelota. Aquí, porque en Cuba, República Dominicana o Puerto Rico "la pelota" le dicen al béisbol. La primera vez que lo oí fue en la Plaza Marte de Santiago de Cuba, allí se reúnen diariamente los fanáticos del deporte y tras bastantes minutos de escuchar a un fenómeno recitar los récords del 1.500 desde los tiempos de Sebastian Coe me dijo "ahora hablemos de pelota" y yo, emocionado, creía que íbamos a platicar, a cuarenta tropicales grados, de Beloki o Retegi, sin embargo, el mulato desgranó una a una las virtudes de Antonio Pacheco, un pelotero guajiro que bateaba como Dios.