No tiene desperdicio el espléndido reportaje que hoy podemos leer en Diario de Noticias de Navarra
sobre la metodología de Pampi Laduche (ya nos enteraremos quién ha sido el periodista porque en la edición digital no lo pone. Es Pablo Almárcegui, una promesa del journalismo pelotazale). Este tipo de información le viene como agua de mayo a la prensa manista. Nos sirve para entonar la final del domingo en Anoeta entre Olaizola II y Xala.
En Iparralde no se juega a pelota mano, se juega a lo que dicta Pampi Ladutxe: una reinvención. Es lógico, porque en la tierra de la plaza libre, la cesta punta y los trinquetes, la pelota ha dado desde siempre muchos giros respecto a lo que ocurría unos kilómetros más allá. Al otro lado de los Pirineos, los Retegui, Galarza y compañía eran el vértice de todo un deporte entendido en un escenario, en el frontón corto de pared izquierda, y con unos fundamentos inamovibles: pelotazo fuerte y mentalidad fría, máximo rendimiento y mínimo esfuerzo. Cuando el primer pelotari de Iparralde que saltó la frontera vio lo que había, decidió aportar su filosofía para sorprender y dar más de un susto a sus rivales. Así empezó la revolución de Ladutxe.
El reportaje analiza las claves del éxito Pampi: El pelotari alegre (la base); Remate y volea: espectáculo (el estilo); Un club selecto (la escuela); Insistencia y "cosas raras" (el método); y El potencial de Xala (el pupilo).