Juan Martínez de Irujo, que está programado para el domingo en Bergara, asegura a DEIA que «de momento no tengo plazo de retorno»
César Ortuzar / Deia
La preocupación corre por la voz de Juan Martínez de Irujo. Su mano izquierda lanzó un grito el viernes pasado en su eliminatoria contra Imanol Agirre. Una pelota le punzó la palma. Un clavo para la carne, un problema para él y una ardua labor para el masajista. «La mano está mejorando. Es el típico mal de manos», adelanta el delantero de Ibero. Su respuesta es un automatismo, un «¿cómo va? ya ves, tirando». Una respuesta sin demasiado peso. Adentrándose en la conversación, las inquietudes comienzan a hacer camino en el discurso del delantero de Ibero, mullido en el desánimo «por la imagen que ofrecí contra Agirre».
Juan arrastra sus problemas desde finales de verano «acabé un poco justo de manos», resume conciso. Martínez de Irujo es un «llenafrontones». Se le coloca en el cartel y la taquilla escupe entradas. La gente quiere ver al portento. Lógico. Nadie rehuye del espectáculo. Pero, ¿y las manos? El empacho veraniego ha anidado en sus extremidades inferiores, y las ha debilitado aún más. Además entre julio y agosto estuvo alejado de los frontones por la misma dolencia en su mano izquierda. «Estuvo parado un mes a cuenta de la zurda», apuntan desde Aspe, su empresa. Ahí nace el mal de manos. El problema que se ha instalado en la cabeza de Juan. «Tengo las manos delicadas», argumenta el joven navarro que antes de abrir el telón de la eliminatoria del Cuatro y Medio lanzó un mensaje claro sobre su físico: «el campeonato llega muy pronto, estoy un poco tocado». Fue un aviso. Una voz de alarma.
Esa parece ser la clave de todo el misterio. Juan necesitaba tiempo. La pregunta parece obvia. ¿Tenía que haber jugado Martínez de Irujo contra Agirre? Su profesionalidad dice que sí, «si no hubiese estado para poder ganar no hubiera jugado, eso lo tengo claro». Sin embargo su cuerpo ha demostrado que la decisión no fue la correcta o al menos la más idónea. De hecho, él reconoce que «tenía molestias desde el principio pero que podía jugar». Desde Aspe se señala que «el pelotari es el que decide si está en condiciones de jugar o no. Ellos siempre tienen la última palabra, a nadie se le obliga a saltar a la cancha. Si un pelotari cree que no está para jugar, no lo hace». En la promotora son de la opinión que «no arriesgamos programando a Irujo, no creo que se tomara ningún riesgo innecesario».
Masajes para recuperar
La dolorida zurda de Juan está siendo tratada durantes estos días por las poderosas manos de un masajista bajo la atenta supervisión de Txema Urrutia, el médico de la promotora eibarresa. «Así es como se cura esto», asume una de la estrellas del cuadro de Aspe. A pesar de la mejora de la mano izquierda, las dudas acechan el pensamiento del navarro: «no sé lo que pasa con mi zurda, es un misterio». Mientras, la resolución del misterio continúa su curso, la empresa ha programado a Martínez de Irujo para el partido estelar de parejas en el municipal de Bergara. Ocurre, empero, que Juan no sabe si podrá estar listo «veremos que pasa estos días, a ver cómo evoluciona la mano». De cualquier modo el de Ibero opina que «de momento no tengo plazo de retorno. Si no estoy bien no saltaré a la cancha». Intereses encontrados.
Irujo ha vuelto a pelotear en el frontón. Lo hace en corto. Su zurda no está para aventuras en grandes distancias. «Peloteo suave, entre el cuadro uno y el dos. Hay que ir poco a poco», asevera. El peloteo es la solución que maneja Juan para fortalecer sus manos. «El mejor tratamiento es hacer manos. Con la edad las manos se van endureciendo, mis manos todavía son jóvenes», bromea por un instante.