Abel quiere sorprender al campeón de «la jaula» y del Individual, quien ha estado tres días con fiebre
Juan Luis Ibarretxe / Deia
Un duelo con sabor a clásico. En esto se están convirtiendo los enfrentamientos dentro del Cuatro y Medio entre Abel Barriola y Aimar Olaizola, ya que hoy, a partir de las 11.30 horas, disputarán su tercera final dentro de «la jaula». En las dos anteriores (en diciembre de 2002 y diciembre de 2004), el triunfo correspondió para el delantero de Goizueta, por lo que Abel intentará que esta inercia se rompa y que el vigente txapeldun del Manomanista no alcance el cartón 22. La misión para el de Leitza será muy complicada, ya que Aimar, que partirá como favorito para la cátedra, ha mostrado durante este último año un nivel altísimo y hoy querrá alargar su estado de gracia. De hecho, el de Asegarce ya dio toda una exhibición en la semifinal, en la que superó a Oinatz Bengoetxea por un holgado 22-4. «Aquel día le vi bien a Olaizola, pero esto no es ninguna novedad, porque él siempre goza mucho la pelota y defiende bien», recalca Barriola. No obstante, el de Aspe también es consciente de que contará con opciones de triunfo, ya que «si no confiase en mis ellas, me quedaría en casa. Por supuesto que tengo fe en ganar la final, aunque sé que para ello deberé luchar muchísimo y hacer las cosas bien».
Aimar, por su parte, ha pasado unos días bastante malos, en los que ha sufrido un proceso febril que le ha impedido preparar a conciencia este encuentro. Pese a ello, el martes acudió a la elección de material y la celebración del choque no corre peligro. Respecto a la contienda, el goizuetarra considera que su próximo rival anduvo «muy bien ante Irujo y por algo ya ha llegado a dos finales del Cuatro y Medio. Es una distancia en la que se mueve a la perfección y yo lo tendré complicado, pero saltaré con mucha ilusión a la cancha».
Las armas de los dos pelotaris que se enfrentan en el Labrit serán distintas, puesto que mientras Barriola intentará romper con su potente golpe y su juego largo, Olaizola destaca por su incansable defensa y por su maestría para, una vez madurado el tanto, finalizar con sus remates.