Su experiencia de 30 años como corredor le hace ser escéptico con el nuevo reglamento de apuestas
ENRIQUE ECHAVARREN/Diario Vasco
– ¿Las empresas de pelota han advertido ya a los corredores que deben cumplir la nueva normativa sobre apuestas impulsada por el Gobierno Vasco?
– No, todavía no. A nosotros, la empresa no nos ha dicho que le ha llegado esa circular. Oficialmente, la Administración no se lo ha comunicado a las empresas.
– Entonces, los corredores siguen funcionando como siempre.
– Igual.
– ¿Cuál es su opinión sobre que se limite cada apuesta a un máximo de 600 euros?
– Si fuese una apuesta fija, de acuerdo, pero hay aspectos que son imposibles de cumplir. Cuando un apostante quiere jugar 1.000 a 10.000 o a 20.000, entonces ¿cuántas posturas tienes que hacerle? Necesitaría un contable al lado para que me haga papeletas y, además, tendría que gastar medio libro. ¿Y sabes seguro que va a ganar el de abajo? Otro ejemplo, si yo hago 50 a 1.000, también pueden decirme que me he pasado. Si se pone un límite a la apuesta le quitas la chispa a los bajistas.
– ¿Los corredores son escépticos?
– No digo que esté bien ni que esté mal, pero lo veo un poco complicado de llevar a la práctica.
– El reglamento también indica que los cruces de apuestas únicamente podrán ser realizados directamente entre los asistentes al evento en el propio local, a través de los corredores. Eso significa no poder utilizar el teléfono móvil…
– Sólo faltaría que encima nos controlaran las llamadas telefónicas. Eso atenta a la libertad de la persona. ¿A mí no puede llamarme mi mujer al frontón?
– Pero la mayoría de las llamadas que reciben tienen otro fin…
– Lógicamente son para jugar. Si nos obligan a no utilizar el móvil, la jugada bajará una barbaridad.
– ¿Cuántas apuestas puede casar por el móvil en un partido?
– Depende. Por ejemplo, si voy a trabajar a Zeberio, allí voy a hacer dos posturas de 50 o de 100, pero por el móvil, en cambio, puedo trabajar 3.000 euritos. Si no tengo móvil, no voy. También influye mucho que el partido sea televisado o no. El lunes sólo acudió un corredor a Gallarta y al no ser televisado se sentó. No sé si hizo una postura o dos. Para los corredores, la diferencia de que un partido se juegue en Eibar o en Bergara no es tan grande si hay televisión. Por teléfono se trabaja igual que en la cancha.
– ¿La gente se está acostumbrado a apostar por teléfono?
– Sí, se ha acomodado a ver los partidos por televisión. Te juegan sus 200 euros, sus 500, otros 5.000 de vez en cuando, pero tampoco hay demasiada alegría. La jugada ha bajado un poco.
– ¿Se nota tanto?
– Soy corredor de Asegarce, también del Deportivo, y la alegría del euro está desapareciendo. En Galarreta sé por compañeros que también ha bajado bastante. Hay días que puede jugarse un dineral, pero en general ha bajado bastante. Lo mínimo que damos son 100 euros y eso son 16.000 pesetas de las antiguas. Al principio la gente no se daba mucha cuenta. Hacías el cambio y te salía 3.000 euros. Y te decían asombrados ‘si he perdido medio kilo, en la vida había perdido tanto dinero en el frontón’. Durante el primer año se jugaba un poco alegre, pero ahora ya no.
– ¿Cuántos puntos le llaman habitualmente?
– Recibo tres o cuatro llamadas por partido, casi siempre cuando es televisado.
– Y lo malo es que no siempre se logra casar la apuesta.
– Así es. En esos pueblos de Dios lo malo suele ser eso. Te llaman y juegan por un determinado pelotari. Igual te gusta y juegas tú porque en el frontón no hay nadie que se juegue 500 euros y luego encima vuelves a casa sin ese dinero. A mí ya me puede llamar Rockefeller que si no tengo contrarios ¿a quién le doy la papeleta? Eso pasa mucho en los pueblos. El móvil tiene sus cosas buenas y malas.
– ¿Trabajó a destajo en la final del Manomanista?
– Se trabajó bien. En el primer partido hubo vuelta y vino la quema. Luego, en la final, parecía que el partido no tenía ni color. Se tiró el dinero por Martínez de Irujo y luego pasó lo que pasó. Y eso que no dejaron trabajar con el móvil.
– ¿Por qué?
– Por el ruido que había en el frontón. Hubo mucha gente que había jugado por Aimar Olaizola y quería cubrirse cuando le pasó en el marcador a Irujo y al no poder oírles por el escándalo que había en las gradas ganaron todo. Al acabar la final yo tenía 30 llamadas perdidas, el otro 12; otro, 14. A los que jugaron por Aimar les salió bien, pero los que lo hicieron por Irujo no pudieron cubrirse.
– Cada vez va menos gente al frontón. ¿A qué es debido?
– En días puntuales como en la final del Manomanista va mucha gente al frontón, pero los normales está muy bajito. En Bergara, igual sólo hay 150 personas para ver a Titín. La suerte que tiene la mano es que va por los pueblos, en fiestas, y se defiende de maravilla. Peor están la pala, la cesta y el remonte. De seguir así, la herramienta va a morir.