La txapela del Manomanista ha venido a premiar las muchas horas de trabajo en la sombra que Aimar Olaizola ha dedicado para ser el mejor
ENRIQUE ECHAVARREN/Diario Vasco
Aimar Olaizola logró el domingo en el Atano III de Donostia su primera txapela del Manomanista. Esa es la cara dulce de la historia, la que quedará en reflejada en las hemerotecas. Pero detrás quedan muchos sinsabores, miles de gotas de sudor gastadas en busca de un único objetivo: ser campeón. Luis Goñi, preparador físico de los pelotaris de Asegarce, es quien mejor conoce todo lo que ha sufrido Aimar hasta ver cumplido su sueño. Lleva trabajando tres años con él y está asombrado por su capacidad de trabajo. «Aimar es superdisciplinado», proclama.
El delantero de Goizueta acude dos veces por semana al Ogueta de Vitoria para entrenarse con el resto de pelotaris del cuadro. «Hacemos pruebas cada cierto tiempo y, físicamente, hay pelotaris mejores que él en Asegarce, pero para jugar a pelota hacen falta más cosas que la preparación física».
Además, suele ir dos o tres días a la semana al gimnasio en Hernani para cumplir su programa de preparación. «Hay pelotaris con los que tienes que andar detrás permanentemente. No voy a decirte nombres… pero los hay en ambas empresas. No puedes presentarse con cinco o seis kilos de más después de vacaciones. Eso puede hacerlo gente normal, un oficinista, un fontanero, pero no un deportista profesional. Luego, cuesta mucho bajar de peso».
«En cambio, a Aimar no hay que vigilarle. Puede dar la sensación de que siempre está de broma o de cachondeo, pero nada más lejos de la realidad -añade-. Es muy responsable y muy meticuloso. Si le dices que haga 100 saltos, él hace 110. No es como otros que andan siempre remoloneando y diciendo que tienen mal la mano».
Grandes progresos
A juicio de Luis Goñi, físicamente Aimar Olaizola «es muy fuerte. Mide 1,83 y pesa 84 kilogramos. Chocas con él y es una roca. A nivel de velocidad no es muy rápido, pero está en el cuadro ocho y es capaz de llegar a todas las pelotas. En los últimos años lo que más ha ganado no es en masa muscular o capacidad aeróbica, sino en potencia. Eso se ve cuando le tiran una dejada y no sólo llega, sino que encima puede ponerla en el seis o en el siete de riñón. Su tren inferior -las piernas- es espectacular. Resistencia le sobra. Ha trabajado mucho en el apartado aeróbico. Suele ir mucho al monte a hacer footing, a andar, para oxigenarse. Y luego gimnasio, sin gimnasio no hay milagros».
La preparación del Manomanista había sido planificada a conciencia. Se alargó por espacio de 45 días. Dependiendo de si jugaba a parejas el sábado o el domingo, los lunes tenía fiesta o físico, que incluía cuarenta minutos de carrera continua, otros quince de potencia además de abdominales y lumbares. Los martes, Aimar se entrenaba una hora en el frontón. El miércoles era el turno de masaje y recuperación, para volver al trabajo físico el jueves -otros 45 minutos- y limitarse el viernes a trotar y hacer un poco de frontón. El sábado, partido. «Hemos andado con mucha precaución, intentando que no se pasase de forma», comenta Goñi.
Además de sus cualidades como pelotari, el menor de los Olaizola sobresale por tener la cabeza muy bien amueblada. «Eso es lo que le diferencia del resto de pelotaris. En la final ante Irujo leyó el partido a la perfección. Vio que no estaba disfrutando, que tenía las piernas bloqueadas. Habló con Asier en la silla y éste le dijo que jugase como sabe hacerlo. Cuando lo hizo, le cruzo la pelota a Irujo a la pared izquierda, empezó a rematar y se llevó la txapela. Lo que ha hecho Aimar ha sido muy grande porque nadie daba un duro por él».
Goñi considera que su pupilo no tiene techo. Es un ganador nato. «En el cuatro y medio domina, en parejas es el rey y en el Manomanista ha ganado la final y los otros dos partidos bajo pata. A Gonzalez le dejó en seis y a Zearra, que es muy trabajador en la cancha, en nueve. En la final salió muy nervioso, tenía en la cabeza el 22-1 de la liguilla de semifinales del año pasado, y cuando se liberó de la carga mental empezó a ser él».
Cuando a su preparador físico se le pregunta qué disciplina le va mejor a Aimar, la respuesta es inmediata. «El cuatro y medio. En esa distancia, Aimar es imbatible. Tiene posturas con las dos manos, colocación».
Un estudioso
Aimar Olaizola vive para la pelota, es su gran pasión. «Esa es la diferencia entre él y otros pelotaris de su categoría. Para él, esto es lo único. Lo puedes ver no sólo en los entrenamientos. El domingo desconecta e incluso va al frontón a ver a sus rivales. El día que jugaron Irujo y Patxi Ruiz ahí estaba, en primera fila. Muchos pelotaris no van al frontón y pienso que eso no es ser profesional. En Asegarce tenemos vídeos de todos los partidos para repasarlos y Aimar es un estudioso de este deporte. Antes de la final ante Irujo dijo que no miraba los vídeos por que le perjudicaba, pero seguro que los repasó. Aimar vive dedicado a la pelota en cuerpo y alma».
Luis Goñi no quiere olvidarse de Patxi Ruiz. «Me da pena que no haya llegado más alto en el Manomanista. Adelgazó tres kilos, tenía un golpe terrible y estaba muy centrado en la cancha. Mereció estar en la final, pero Aimar es más listo».