Con el regusto amargo de la eliminación del Parejas, Titín pasa página para seguir en la brecha
En la mesa de un bar. Tranquilos. Dos cafés. Calentitos. Hace mucho frío fuera. Descafeinado para Titín. «Dos sobres de azúcar, por favor», pide. Expectante ante las preguntas, aguarda que empiece el ‘tercer grado’. «Te voy a meter caña», le amenazo. Se ríe. «Ya te contestaré», me replica. Entre sorbo y sorbo, las cucharillas dan vueltas y más vueltas campanilleando contra la loza. Me cuesta empezar la batería de preguntas, sobre todo después de haber estado en Vitoria el día anterior y verle perder.
NAFARRATE/La Rioja
– ¿Cómo está 24 horas después?
– Dolido por la eliminación, pero con la satisfacción de haber hecho todo lo que hemos podido. Enfrente teníamos a una pareja difícil, especialmente Beloki. No creo que haya que darle más vueltas.
– ¿Se vio con el partido ganado?
– Tuvimos nuestras opciones. De medio partido en adelante íbamos mandando. Ellos nos empataban. Hasta el 22 no lo dimos por perdido, pero con el 20-18, en dos minutos, nos hicieron cuatro tantos.
– Barriola echó a perder el buen trabajo del comienzo.
– Ni él ni yo hemos estado en este Campeonato en el mejor momento y eso hay que reconocerlo. No hemos tenido suerte con las lesiones. Los dos suspendimos en la liguilla y hemos tenido las manos justas. Su derecha no funcionó el domingo. Ellos jugaron bien, pero nosotros no tuvimos suerte.
– Me da la impresión que el material era especialmente tosco.
– Era nuestra apuesta. Pelotas toscas para Vitoria, un frontón en el que cuesta defender. Y la táctica nos salió bien. Pero hubo material para los dos.
– Se quejó de que el suelo resbalaba.
– Creo que tenía algo de polvo. A Bengoetxea y a mí nos costaba arrancar, reaccionar. No sé.
– El más joven venció al más viejo. ¿Qué le parece el ‘Pequeño Saltamontes’?
– A todos nos toca ganar unas veces y perder otras. Hay que reconocer que está haciendo un gran Campeonato. No le puede la presión. Está a gran nivel.
– Hombre, quizá después de la falta se inhibió un poco.
– Ten en cuenta que tiene 20 años y la presión se apodera de uno, pero detalles como ese le vienen muy bien para demostrar que puede estar ahí.
– En fin, que el año que viene, más.
– No, no. Desde ya mismo. Esta mañana ya he estado entrenándome. Ya estoy pendiente de la programación. Yo jugaré e intentaré hacerlo lo mejor que pueda. No se ha acabado el mundo. Llevo trece Parejas seguidos y sería un orgullo volver al siguiente, pero para eso hay que trabajar.
– ¿Cuánta cuerda le queda?
– No se puede decir. Yo estoy bien, confiado. Se nos han achacado muchas cosas en este Parejas, pero mira por donde, sin estar bien, hemos llegado a las semifinales y a punto de forzar el desempate. ¿Cuerda? Eso lo marcará los partidos que juegue. No puedo pensar en fechas, pero mientras tenga ilusión y ganas… y eso no me falta, seguiré saltando a la cancha y en esto tengo cuerda para rato.
– Usted es de los que dice ‘jugar’ a pelota, de los que se divierte.
– Esto es un deporte y un espectáculo. Si no nos divertimos entrenando, sufriendo y jugando no nos queda nada. Entonces es cuando puedes empezar a olvidarte. En mi caso salgo a pasarlo bien y mis armas son las de entrar de aire y arriesgar.
– Por cierto, ahora se tiran todos a por la pelota y antes era usted el único que limpiaba el suelo.
– Es que ahora los pelotaris llevan una preparación bárbara y la defensa es fundamental. Se puede ser más o menos agresivo en ataque, pero la defensa es vital. Lo de tirarse, no sé, yo creo que más que tirarme, me caigo (ríe), pero sí que es cierto que el pelotari tiene que hacer de todo. Ese estilo ha calado y los demás también se lanzan a por la pelota, pero porque físicamente se lo pueden permitir.
– Y lo de ganar un tanto. Antes era más resolutivo, ahora necesita dos o tres pelotazos ajustados para terminar.
– Esa es la gran diferencia entre aficionados y profesionales. La gente es muy segura y es difícil meter un tanto. Las pelotas son más botonas, se gastan antes y al delantero le cuesta ganar.
– Alguno empezará a poner ganchos desde el seis.
– Yo ya no estoy para eso. Hay mucha diferencia entre coger la pelota entre el 2 y el 3, o en el 5. En este Campeonato las pelotas no han sido lo mejor. Muchos partidos han pasado del millar de pelotazos. Los delanteros, si tenemos que entrar en el seis, no hacemos daño. Otros años se ha pecado de exceso, pero éste, creo que el material se ha limitado mucho.
– ¿En qué partido del Parejas se ha sentido más cómodo?
– En éste último. Me veía bien. Me salían las cosas. Entraba a rematar y la confianza que tenía perdida la empezaba a recobrar. Podíamos haber forzado el tercer partido, pero fue una pena. De no ser por el mal de manos de Barriola podíamos haberlo conseguido.
– Un pequeño detalle define un partido. Hay mucha igualdad este año.
– Así es. Esto mismo lo comentamos entre nosotros. Hacemos cuentas y vemos que al final definen los pequeños detalles. Lo mínimo se convierte en importante porque es un campeonato largo.
– ¿Su peor partido?
– El de Pamplona. Salí alocado, precipitado y un 22-10 es para no estar contento. Tampoco jugué bien en Eibar, en el primero.
– ¿Cómo carga usted la moral?
– Mira, después de una derrota quieres tirar los tacos a la basura y quedarte en casa, pero al minuto piensas que esto sigue. Es experiencia. Hay un contrato que cumplir y yo vivo de ello.
– Ahora volverá a la senda de los partidos durante el desarrollo del Manomanista.
– Ahora entro en una fase de juego específica hasta julio, momento en el que empieza toda la temporada veraniega.
– Y el Cuatro y medio, ¿qué?
– (Sopla) Quedan muchos meses para eso. Tengo ilusión por jugarlo, pero eso será en octubre. Es difícil pronosticar a tan largo plazo, pero tengo ilusión y jugaré hasta que las fuerzas me digan basta.
– Creo que le falta un título del Cuatro y medio en su historial.
– Sí, eso le parece a mucha gente, pero me faltan tantas cosas… Yo lo que quiero es competir y divertirme haciéndolo.
– Sí, sí, pero ¿los títulos?
– Quizá cuando pase el tiempo y le dé vueltas me diga: ‘¿Y si hubiera hecho esto? ¿Si hubiera hecho aquello?’ Nunca se sabe. Los títulos dan prestigio, pero yo tengo otra idea. Tan importante es para mí Ceceaga como Retegui. El primero lleva 23 de profesional; el segundo se retiró con 47, mira Maíz… Los pongo a todos por igual.
– Ya, ya, pero la guinda del pastel es la chapela.
– Un título vale 15 días de gozo. A la semana siguiente, al tajo.
– Sí, pero con un título.
– Y encima te exigen más si lo tienes. Vale, vale, eres el campeón, pero te consideran igual. Los títulos quedan en los papeles, pero yo prefiero pensar que, cuando me retire, digan que fui un buen compañero y poderme ir a cenar con mis amigos.
– ¿Se acuerda mucho de las finales perdidas?
– Vale, lo acepto. Me quedará siempre ese sabor amargo, pero soy de los que se quedan con lo positivo.
– ¿Hay vida en La Rioja después de Titín?
– Vaya, hombre, otro tópico. Lo dice mucha gente, incluso se publica. Pero fíjate en Del Rey. No salen tantos como hace diez años, pero hace cuarenta, tampoco salían. Ahora hay una diferencia y es que se está trabajando muy bien con la base. En el Gobierno de La Rioja hay apoyos y los ayuntamientos se están volcando. Los Zorzano, Merino y Javi Gómez necesitan un empujón, un poco de suerte. Están trabajando muy bien.
– Pero artistas salen pocos.
– Como en todas las disciplinas.
– Yo me refiero a ar-tis-tas.
– Yo me refiero a de-por-tis-tas. Hace falta mucha dedicación y tener tu momento.
– ¿Va a poder seguir a un ritmo de cien partidos por año?
– Eso no es real. Sólo un año de los trece que llevo en profesionales he jugado 102. Fue una excepción. Mi promedio está entre 80-85. El número lo marcarán las lesiones. También influye la recuperación. Con los años cuesta más.
– Superó la barrera del millar de partidos, ahora, a por los 1.500.
– Ya lo firmaba.
– Cuándo se retire, ¿hará peregrinaje como Retegui?
– No lo he pensado. Tengo cuatro años de contrato. No es el momento de hablar de eso.
– Tengo la sensación de que le estoy jubilando.
– No pienso en eso. Sí me gustaría seguir vinculado a la pelota. Es lo que he hecho desde niño.
– ¿Se ve de intendente?
– Me veo más enseñando a los chicos.
– ¿Si hubiera sido vasco tendría plaza y escultura?
– (Ríe) Me quedo con el cariño de la afición. Me siento profeta en mi tierra.
– Bueno, pues, al menos, una calle en Tricio.
– (Carcajadas) Para mí, mi pueblo es muy especial. Estaría orgullosísimo, pero me siento querido y con eso me doy por satisfecho.