El gran partido del zaguero de Oronoz fue decisivo en la final del Torneo de San Fermín
TINO REY/El Correo
OLAIZOLA I I-OTXANDO. 22 – GONZÁLEZ-LASA III 14
Pelotazos a buena 519
Tiempo total 62 minutos
Tiempo real 30 minutos
Olaizola II González
Otxandorena Lasa III
Tantos ganados 14 8
Tantos perdidos 5 6
Tantos de saque 2 1
Resultados parciales: 0-1, 1-1, 5-1, 9-5, 10-8, 15-8, 18-10, 18-14 y 22-14.
Se acabó el ciclo sanferminero con la misma tónica del primer día, lleno a rebosar en el Labrit. El plato fuerte de la velada, la final del Torneo de San Fermín de parejas. La victoria fue para Olaizola II y Otxandorena, que después de 62 minutos, superaron (22-14) a González y Oskar Lasa.
El joven zaguero de Oronoz Mugaire salió por la puerta grande del recinto pelotístico pamplonés. Fue el gran protagonista de la última cita. Su juego, potente tanto de derecha como de zurda, resultó capital para el desenlace del partido. Desbordó con su pegada a su oponente en la zaga y contribuyó al lucimiento de su compañero en los cuadros alegres.
La diferencia entre ambas parejas, particularmente en su capacidad de generar situaciones de peligro para el rival, residió en la zaga. El duelo que mantuvieron desde el primer pelotazo, Iñaki Otxandorena y Oskar Lasa, lo ganó con creces el pelotari de Asegarce.
Le sacó mas de cuadro y medio de distancia en el intercambio de pelotazos. Además, en el capítulo defensivo también se mostró mucho más seguro el morrosko del valle del Baztán. Sólo perdió una pelota. Un derechazo, que no empalmó, y fue a morir a las tablas de la contracancha. Cuajó un partido excepcional en todas las facetas del juego.
La cátedra esta vez no falló en sus vaticinios iniciales. Cantó el dinero sin ponerse la pelota en juego, doble a sencillo, por los que más tarde resultaron ganadores. El primer tanto lo certificó el zurdo vasco-francés de un voleón al ‘txoko’ que dejó sentado en el suelo a Aimar Olaizola. El público se puso de pie por la bella ejecución de la jugada.
El de Goizueta trajo consigo el empate (1-1) con un gancho sesgado en las cercanías de la contracancha. La igualdad la diluyó la pareja de los representantes de la empresa bilbaína y se plantaron en el cartón 22 sin excesivos agobios. El choque no generó las expectativas que había despertado previamente.
Aimar Olaizola finalizó 14 tantos de jugada y dos saques. Es una estadística abrumadora, pero con un cierto regusto a quimera. «Con los zagueros cambiados otro gallo hubiese cantado», decía uno de esos pelotazales con los colmillos retorcidos por los tantos partidos visualizadas en el tiempo. Su derecha, ni fu ni fa.
Sébastien González, un delantero que lleva implícito en su repertorio el remate como principal argumento, le tocó esta vez jugar contra corriente. Gozó de muchas menos oportunidades que en la semifinal contra Titín III.