Venezuela y la República Dominicana preparan en Bizkaia el Mundial
Juan Luis Ibarretxe / Deia
El frontón de Iurreta se ha convertido por unos días en un improvisado centro de alto rendimiento donde dos de las selecciones que participan en el Mundial sub’22 se han preparado con el objetivo de alcanzar una medalla. Los conjuntos de Venezuela y de la República Dominicana son los que han escogido Bizkaia como su cuartel general y se han esforzado al máximo con la ayuda de Arroitajauregi y Ziskar I, dos monitores de la Federación de Euskadi. Los venezolanos han sido quienes más tiempo han tenido para ejercitarse antes de dirigirse a Soria, sede del campeonato, puesto que llegaron a Bizkaia el lunes día 5 de julio. «En sólo cuatro días hemos aprendido mucho», reconocía Jorge Borrajo, uno de sus paletistas, mientras que su compañero Alejandro ratificaba estas palabras. «La experiencia ha sido muy buena y hemos aprendido aquí más que en todo el tiempo que pasamos en Caracas», subrayaba. Los dominicanos, por su parte, realizaron un viaje de más de treinta horas para llegar a finales de la semana pasada a Durango. «Desde el martes por la mañana hasta el viernes, sólo pude dormir la noche del miércoles», apuntaba Julio, uno de los pelotaris de la República Dominicana y que se mostraba agotado después de un duro entrenamiento en una cancha que se le hace muy rara. «En nuestro país el frontón es descubierto y el suelo más rápido, aquí nos tenemos que adelantar para golpear a la pelota», matiza.
Otro de los aspectos que ha llamado la atención a los deportistas reside en el cambio de clima. A pesar del buen tiempo que hizo durante los días que permanecieron en Bizkaia, Idal Rincón, uno de los dominicanos, aseguraba que aquí «hace mucho frío. Allá jugamos a las 12 del mediodía con un calor tremendo y el recinto no es techado como éste».
Encantados con Bilbao
El venezolano Jorge Borrajo y Alejandro tuvieron la oportunidad en las jornadas que han permanecido en nuestras tierras de visitar algunos pueblos y ciudades. El primero resalta la impresión que le causó «Bilbao. Me gustó mucho. Es muy moderno, con el Guggenheim, San Mamés…., es una ciudad preciosa, digna de admirar. La gente debería valorarla más». Alejandro, por su parte, se quedó gratamente sorprendido con «la tranquilidad que hay por aquí. En Caracas hay mucha contaminación y esto es todo muy calmado, muy limpio y muy agradable». Para plasmar esta sensación, el paletista ponía dos ejemplos que hablaban por sí solos. «Cuando llegamos era lunes y no había casi nadie por la calle. Como en Venezuela, los lunes cierran el centro vasco, pensé que los lunes cerraban aquí las tiendas. Luego, Ziskar se quejaba de unas caravanas que había y ya le dije yo, “como veas las colas que se registran en Caracas, no vas a querer ni salir de casa», recuerda.