El zaguero de Leitza perdió el domingo (ante Nagore, 22-5) y sumó su décima derrota consecutiva | Lleva un 24 por ciento de triunfos en 2004 | Hace dos temporadas, ganó tres torneos individuales
Pablo Almárcegui / La Estafeta
La suerte le ha dado la espalda a Abel Barriola. El pelotari de Leitza, campeón del Manomanista en 2002, sumó el pasado domingo en Zarautz su décima derrota consecutiva. El encuentro tuvo atenuantes, ya que Barriola jugó en el Cuatro y Medio y ante el mayor especialista que existe en la modalidad, Jorge Nagore. Sin embargo, el resultado (22-5) y el desarrollo del choque hablan de un partido sin historia, y de un pelotari que no vive su mejor época. Barriola no disfruta en la cancha, y los resultados no llegan.
Diez derrotas desde abril. La racha de diez derrotas comenzó el 30 de abril, cuando el zaguero cayó en compañía de Mikel Goñi ante Titín III-Apeztegia (22-15). En el mes siguiente, Barriola perdió los cinco partidos que jugó: con Gonzalez, ante Capellán-Pascual (22-18); y en cuatro ocasiones, con Mikel Goñi como pareja (tres derrotas ante Titín III-Goñi III, por 22-10, 22-17 y 22-8, y una ante Gonzalez-Pascual, por 22-12).
En junio, la mala racha ha continuado con cuatro nuevos mazazos: tres en partidos de parejas, (con Gonzalez como compañero, 22-12 ante Titín III-Goñi III; 22-20 ante Titín III-Galarza VI y 22-11 ante Olaizola I-Otxandorena); y uno en el referido encuentro ante Nagore. En total Barriola ha jugado 25 partidos en 2004, y sólo ha ganado 6 (24% de triunfos).
El 22-4 ante Eugui. En esa trayectoria destaca la derrota que sufrió en el Manomanista, ante Patxi Eugui. Barriola debutó en los cuartos de final ante el agoizko, en un emparejamiento en principio muy igualado pero, finalmente, Eugui solventó el encuentro con un resultado contundente: 22-4.
Esta situación contrasta con la que el zaguero de Aspe vivía en 2002, año en el que el de Leitza se proclamó campeón de todos los torneos individuales: el Manomanista, el Cuatro y Medio y el Cuatro y Medio Navarro. Ese año, Barriola vivió su eclosión como pelotari profesional, después de que debutara en 1998 como un zaguero de golpe poderoso y, sobre todo, mucha regularidad en el peloteo. Pero, con el tiempo, ha perdido esa solidez.
Problema psicológico. El pelotari de Leitza inició su declive en 2003. Llegó a la liguilla de semifinales del Manomanista, pero perdió con estrépito ante Olaizola II (22-2), y después cayó ante Patxi Ruiz (22-14), aunque se impuso por la mínima a Beloki (22-21). Completó un verano aceptable, pero después fue eliminado en la primera ronda del Cuatro y Medio, ante Capellán. Y en el siguiente torneo, el Parejas, precisamente con el delantero riojano como compañero, perdió en cuatro de sus cinco envites.
En Navidades, Barriola decidió incorporarse al grupo de entrenamiento de Juan Iribarren, en Huarte, en el que se incluyen pelotaris con grandes resultados en los últimos tiempos, como Martínez de Irujo o Chafée. Aunque, por el momento, Barriola no ha enderezado su rumbo. «Es el pelotari del grupo al que menos conozco, y todavía no tengo referencias claras de cuál ha sido su evolución, ni qué parámetros físicos tiene. Lo que sí veo es que es un deportista que ha entrado en una mala racha de resultados, y psicológicamente eso le ha afectado, le falta el refuerzo positivo de que le salgan las cosas bien, de que gane partidos», indica Iribarren.
«Es una situación compleja, resulta muy difícil cambiar estas dinámicas. Hay que trabajar con paciencia y tranquilidad. Barriola tiene la cabeza muy bien amueblada, y sabe que cualquier deportista está expuesto a esto. No le salen las cosas, pero no hay que hacer un análisis catastrofista, porque el año que viene la situación puede dar la vuelta», asegura Iribarren.
Depresión interminable
Abel Barriola, sumido en un duro trance desde 2002, prosigue su caída libre y vuelve a ser abochornado en una competición de élite
Tino Rey / El Correo
Barriola se ha convertido en paradigma de la tragedia deportiva. Desde 2002, que hizo doblete, proclamándose campeón del Torneo del Cuatro y Medio y del Manomanista, no ha levantado cabeza. Se encuentra inmerso en una espiral de derrotas, ha encadenado diez consecutivas, y su depresión parece interminable.
¿Qué pasa con Abel Barriola? ¿Cómo un pelotari que en 2002 transmitió la impresión de que podía marcar una época en la modalidad de la mano se ha precipitado a un abismo sin fondo del que es incapaz de salir? Son las preguntas que hierven por los rincones pelotísticos.
Ni sus más íntimos encuentran una justificación razonable al pésimo momento de juego por el que atraviesa. Su botillero de toda la vida -José Antonio Olaetxea– cifra los problemas en una sola frase, «Abel ha perdido la confianza en sí mismo y eso en un deportista es muy difícil de superar».
Confianzas o desconfianzas aparte, la verdad es que el campeón de Leitza es una difusa caricatura del pelotari de 2002. Las dos última temporadas que ha firmado con Aspe han sido para olvidar. Este año ha salido vapuleado de las principales competiciones y no ha dejado ninguna seña de identidad digna de mención.
El primer encontronazo que soportó fue en la competición oficial del Cuatro y Medio. El comité técnico de la Liga de Empresas lo ubicó como cabeza de serie. En su primera intervención, en el frontón Astelena y contra Miguel Capellán, caía a las primeras de cambio, 20-22.
Remontada hiriente
El riojano, además de vencer, le propinó una de esas remontadas inolvidables e hirientes. Se adelantó el zaguero navarro (14-20) y se quedó con la miel en los labios. A continuación formó sociedad con su verdugo en la ‘jaula’ en el Campeonato de Parejas. Se quedaron en el camino y no lograron entrar en semifinales.
En el Manomanista, el campeonato por excelencia, sumó un nueva decepción. Fue el viernes de pasión (9 de abril de 2004) en el frontón Beotibar. Patxi Eugi le infligió un resultado de escándalo, 22-4.
Barriola, una vez más, tiró por el suelo su prestigio, talento y orgullo. A partir del empate a dos fue un rival menor que no pudo parar el juego exhibido por el de Aoitz. Su derecha, lenta y sin pegada, no le funcionó en toda la tarde. Y con su zurda, antes un seguro de vida, mostró una gran vulnerabilidad en los restos de saque.
El pasado domingo, en el frontón de Zarautz, en el primer choque del Torneo de San Fermín del Cuatro y Medio, nuevo tropiezo. Jorge Nagore, un pelotari desaparecido de las letras grandes de las carteleras , le dobló en el marcador (22-11) y agudizó más su depresión.