Historia de la pelota

El Astelena de Eibar, que cumple cien años el 24 de junio, superó un incendio en 1934 y un bombardeo en 1937
Tino Rey / El Correo

El frontón Astelena cumplirá el próximo 24 de junio, día grande en la villa armera, 100 años de vida. Con tal motivo los regentes del recinto eibarrés, los hermanos Vidarte, han preparado un festival de tronío en el que intervendrán el vigente campeón del Manomanista, Martínez de Irujo y el subcampeón Yves Xala.

Un siglo de existencia. Con sus obstáculos, zozobras y la erosión que produce el paso del tiempo. Sin embargo, ahí está el Astelena. Ni la ansias especulativas de algunos constructores por levantar pisos, ni el ingenio de algunos visionarios por reconvertirlo en un centro cívico, han podido con él.

Ahí sigue erigiéndose, en la popular cuesta de la calle Isasi de Eibar, en el santo y seña de los pelotazales. El 7 de marzo de 1904, Patxi Irusta, padre de un afamado pelotari de principios del siglo XX, solicitó al Ayuntamiento un permiso de obra para levantar en aquel solar, un frontón para el juego de pelota.

El 24 de junio, de aquel mismo año, se inauguró el recinto. Las características del mismo eran muy al uso de aquella época. El frontis, pared izquierda y como techumbre el cielo raso. A su alrededor se construyen una serie de modestas viviendas. La climatología, eminentemente lluviosa, mueve a Irusta a construir la cubierta del frontón.

La inauguración del nuevo proyecto se produce el 24 de junio de 1907. La lluvia, humedad y el frío pasan a segundo plano. La cancha se rodea de unos suntuosos palcos de madera y en el rebote se instala un escenario. «Lo mismo sirve para interpretar una obra de teatro que para dar cobijo a una masa coral», dice Isabel Vidarte, responsable de la organización de los actos del centenario del recinto eibarrés.

En 1926, Enrique Vidarte, padre de Alberto Vidarte y abuelo de Fernando (máximo responsable de Aspe), se hace cargo del arrendamiento. La década de los 30 fue nefasta para el Astelena, que por aquel entonces vivía días de esplendor. Todas las figuras de la pelota desfilaban por el coliseo eibarrés.

En 1934, en pleno carnaval, es pasto de las llamas. Se quema la parte de atrás, principalmente toda la estructura de madera, y por el efecto del calor estalla el techo de cristal, acompañado de un ruido estruendoso. La gente sale despavorida del frontón creyendo que se estaba produciendo un fuerte tiroteo.

Remodelación total

En 1937, en plena guerra civil, una bomba impactó sobre su estructura causando importantes desperfectos. En octubre de 1972, Alberto Vidarte emprende una total remodelación, y concibe, en opinión de técnicos, pelotaris y pelotazales «el mejor frontón de mano del circuito pelotístico». Hubo unanimidad total en su apreciación.

Muchos han sido los acontecimientos vividos en todos estos años. Del que guarda un recuerdo imborrable -«fue el partido más importante que he jugado en mi vida», dice Gallastegui- fue el duelo a izquierdas que mantuvo el mítico zaguero de Eibar con el zurdo de Mondragón en la década de los 40. Ganó Don Miguel.

En una trayectoria tan extensa como la del frontón eibarrés caben también las anécdotas de tipo político, como en la final del Manomanista de 1966, en la que intervinieron Atano X, cuya familia defendió los postulados del carlismo, y Azkarate. Entregó la ‘txapela’ al azkoitiarra, Carlos Hugo (carlista y pretendiente al trono de España). Desde las gradas altas un individuo gritó: ¿Viva el rey! Se armó la marimorena. Fue una ofensa para el espíritu republicano de los eibarreses.

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