La revolución del modesto

Irujo y Xala, lo más positivo del torneo
Eugui vuelve a mostrar su nivel
La liguilla no funciona

Pablo Almárcegui / La Estafeta de Navarra

Victoria de un debutante, final inédita, debacle de los favoritos, sonoras polémicas por el material y por la actuación de los jueces… el campeonato Manomanista de 2004 ha sido el de la revolución. El nivel de juego medio ha estado por debajo de las expectativas, pero el torneo estrella de la pelota profesional ha contado con muchos otros alicientes. Con sus cosas buenas y no tan buenas, el Manomanista se confirma de nuevo como la fiesta grande de la pelota.

Matrícula de honor. Martínez de Irujo. Con sólo 22 años (y uno de ellos y una semana como pelotari profesional), el delantero de Ibero se ha calado la txapela. Irujo ha llegado, ha visto y no ha hecho otra cosa que vencer y vencer. Con un juego agresivo, de continuas entradas de aire y ataque, ha conseguido ganar en todos sus encuentros. Comenzó desde lo más bajo del escalafón, pero en cada partido que ganaba sus cualidades para el mano a mano se multiplicaban. Para el recuerdo, el 22-1 a Olaizola II, en la mayor exhibición que se ha visto en mucho tiempo. Y la txapela, claro.

Sobresaliente. Yves Xala. Perdió la final, pero lo hizo ante el Genio de Ibero, muy por encima del resto en este campeonato. La actuación de Irujo no ha de empañar el sensacional torneo del francés Xala, un pelotari listo, intuitivo y con un muy interesante golpe de izquierda, su mano buena. El delantero de Iparralde ha dejado detalles espléndidos, como sus sotamanos de zurda o sus machetazos con la derecha. Además, ha logrado un hito histórico: es el primer pelotari del otro lado de los Pirineos en colarse en una final del Manomanista. Muchos vaticinan que no será la última.

Notable. Patxi Eugui. Su recuperación supone una alegría, después de unos años en los que parecía que se quedaba atrás ese pelotari tan competitivo que ganó el Manomanista en 1996 y 2000 (y en 1999, el torneo de Aspe). El de Aoiz comenzó desde abajo, pero fue superando eliminatorias con contundencia (22-12 a Bengoetxea, 22-12 a Pascual y un soberbio 22-4 a Barriola). Sin embargo, la mala suerte se cebó con él en la liguilla de semifinales, en forma de gastroenteritis y de lesión en su zurda. Eugui suspendió dos de los tres partidos, y las opciones para jugar la final se le esfumaron; sólo las lesiones han podido este año con él.

Aprobado. Imanol Agirre. El pelotari vizcaíno personifica lo injusto que es a veces un sistema de todo o nada, el de la escalera. Le tocó en suerte disputar el primer partido del campeonato con Irujo, y perdió. Puede parecer un fracaso, pero no lo es si después se observa la trayectoria del pelotari de Ibero: Agirre ha sido el que ha estado más cerca de ganarle (perdió tan sólo por tres tantos, 22-19). También aprueban Zearra, Pascual, Gonzalez, Koka y Goñi III, que se consolidan en Primera.

Suspenso. Los últimos campeones del Manomanista no han dado la talla. Beloki se salva, porque no participó dada su lesión; pero tanto Barriola como Patxi Ruiz perdieron en sus primeros enfrentamientos por tanteadores demasiado abultados (el primero, en el referido encuentro ante Eugui, y el segundo, por 22-6 ante Xala). También suspenden Esain, Otxandorena, Rai, Lasa, Goñi II y Peñagarikano. Se esperaba más de ellos, y perdieron en primera ronda.

Muy deficiente. El sistema de liguilla actual no funciona, porque continúa dando privilegios a algunos pelotaris en las rondas previas y, además, resta emoción al torneo en la fase más decisiva. Las lesiones de Eugui este año han demostrado que esta liguilla está demasiado expuesta al fracaso.

Menos uno. Dos polémicas. Una, la protagonizada por Pampi Ladutxe, el botillero de Xala, que centró sus declaraciones tras la derrota de su pupilo en la final en acusar de partidismo a los jueces del partido, por no dar vuelta en una pelota dudosa. Además, acusó de antideportivo a Irujo, al que acabó retando en próximas finales del manomanista ante Xala. La otra, la polémica por el material: Olaizola II criticó con dureza las pelotas escogidas por Irujo antes del partido que jugaron en la liguilla. Se trata de un problema cíclico, pero no se da con una solución. La ideal la propuso Arretxe: fabricar pelotas exactamente iguales. Como dice el de Luzaide, «si se llega a Marte, ¿cómo no se va a conseguir esto?».

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