Es el protagonista del año
Primero sorprendió. Pasó a profesionales sin el ruido de otros y comenzó a ganar partidos. Después tuvo su oportunidad en el Cuatro y Medio. Tumbó al campeón del Manomanista. En marzo llegó a la final del Parejas y en junio ha logrado la txapela
Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
Celebración en Etxauri y Rochapea
La final tuvo su prolongación durante toda la noche. Juan Martínez de Irujo y 110 personas más se citaron en una conocida sidrería de la Rochapea, donde permanecieron hasta las tres de la mañana. Allí estaban compañeros de Irujo como Abel Barriola, familiares y un montón de amigos. La velada fue amenizada porDiego Quevedo y sus mariachis, que intepretaron algunos de los temás más conocidos de su repertorio habitual. Tras la cena, bien regada de sidra y caldos del país, el grueso del grupo se dirigió a Etxauri, donde se celebraban las fiestas y esperaba abierto el bar del frontón. No hizo falta mucho más, porque la animación era abundante. Cuando el pelotari se retiró a su casa, aún quedaban los más trasnochadores dipuestos a seguir con la juerga. Irujo, por su parte, comenzará hoy sus vacaciones, que ya tuvo que atrasar debido al aplazamiento. Cogerá el coche a primera hora de la mañana para marchar a Madrid, desde donde tiene previsto tomar el vuelo de las tres de la tarde con dirección a la República Dominicana. Cuando regrese, en poco más de una semana, le espera un verano con muchas citas. Una de ellas, San Fermín.
La previsión meteorológica para Punta Cana (República Dominicana) no es muy optimista. Chubascos dispersos hasta el fin de semana y ligera mejoría más tarde, cuando deberá hacer las maletas para volver. A Juan Martínez de Irujo le da igual. Él quiere escaparse, disfrutar de su primera semana de vacaciones desde hace casi año y medio. Se la ha ganado a pulso tras conseguir, a los 12 meses y una semana de debutar, la txapela más importante de la mano profesional. Ayer apenas tuvo tiempo para hacer la maleta con un poco de calma. Se levantó tarde, algo fatigado por una noche que se alargó hasta casi el amanecer en Etxauri. Atendió entrevistas y acudió al euskaltegi, donde cursa ya tercero y al que procura no faltar las tarde de lunes a jueves. Fue un 14 de junio distinto, muy diferente al del año pasado y mejor de lo que hubiera imaginado jamás. Sobre su cabeza descansa una txapela que señala al mejor pelotari del momento. Aunque él prefiere acogerse a su condición de jovencísimo valor. «Yo lo que quiero es seguir aprendiendo», dice.
¿A qué sabe la victoria?
No lo sé, casi ni me acuerdo. Ayer me sabía bien todo. Es un triunfo muy especial, muy bonito. No creo que vuelva a vivir algo como esto. Lograr la txapela, redondear un año increíble al que no le puedo pedir nada más… He ganado un campeonato que estuve a punto de no jugar. Tanto Etxaniz como mi padre me decían que no jugara, que descansara después de un Campeonato de Parejas que había sido muy duro. Pero yo me empeñé, decidí jugar y he salido campeón. Fui yo el que tomó la responsabilidad. Engañando a uno y a otro me las apañé para jugar.
¿Es tan decidido siempre?
Pienso las cosas antes, pero luego sí, soy decidido.
Tendría la intuición de que podría hacerlo bien…
No lo sé. Veía que era una oportunidad muy buena. Y a mí, cuando se me presentan, las aprovecho. En la vida no hay muchas.
¿Pero no había hecho ningún entrenamiento?
Nada, no tuve tiempo después de la final del Parejas. El único entrenamiento lo hice el día de la elección del partido frente a Agirre. Fui con Etxaniz y estuve un rato con él, pero nada más. Luego fue el paso de los partidos y las semanas lo que me dio el punto de juego.
Y así hasta conseguir la txapela. ¿Cuándo se dio cuenta de que podía ganarla?
Tras el 22-1 ante Aimar Olaizola, no antes. Entonces sí, entonces me dije: ‘si le has ganado a Aimar de esta forma, ya es posible todo’.
¿Y qué pensó cuando se dio cuenta de que Xala no llegaba a la última dejada?
Uff…, no lo sé, no me acuerdo. Miré a la gente, a la grada. De allí salió Lagarto, un amigo de Larragueta, que fue el que me cogió. Estaba con otro amigo y con mi novia. Y luego bajaron mis padres.
Le dio el ramo a su novia y quiso celebrarlo junto a sus padres…
Claro. Son ellos los que más me han ayudado, los que me han soportado en los últimos días, en los que más raro he estado. Es la gente que me quiere y con la que yo quería estar.
Tuvo un apoyo tremendo de la gente en el frontón. ¿Lo oía?
Fue impresionante, porque había 300 personas que habían venido a verme y eso es muy importante. En el encuentro estás a lo tuyo, pero siempre ayuda tenerlos ahí. Tenía localizados en la grada tanto a mis padres como al resto de la gente. De vez en cuando les miraba. Es bueno sentir el calor, los ánimos de la gente.
¿Es la pelota profesional como se la imaginaba?
Yo creo que sí. Lo que más llama la atención es el ritmo, la velocidad, pero una vez que te acostumbras a ella todo es más fácil.
¿Y la relación con la empresa?
De eso sí que no sabía nada, pero de momento no he tenido ningún problema.
¿En qué le va a cambiar esta txapela?
La gente me va a exigir mogollón, de eso soy consciente. Y me espera un verano con bastantes partidos. En cualquier caso espero que no sean muchos. Llevo un año intenso.
¿En nada más? Al que gana el mano a mano se le considera el mejor pelotari…
Yo no me veo así. No creo que sea el mejor. Simplemente he sido el que ha hecho mejor campeonato y he tenido suerte. Pero, por lo demás, yo soy un pelotari que debutó hace un año y que tiene mucho que aprender.
En 12 meses usted ha subido desde aficionados hasta la cima. Ha desplazado de los estelares a compañeros. ¿Ha sentido su envidia?
No. Los pelotaris nos llevamos todos bastante bien. Abel Barriola, por ejemplo, se entrena conmigo y tenemos una buena relación. Él podía ser uno de los grandes rivales en el mano a mano. Pero es buena persona: el domingo estaba en la cena y estaba tan contento como yo. En todos los deportes tiene que haber competencia y rivalidad. Es el aliciente y si se la quitas no te queda nada. Y si tienen envidia la disimulan bastante bien cuando están conmigo.
¿Le gustaría jugar algún mano a mano de exhibición este verano?
Me da igual. Si la empresa dice que hay que jugarlo se juega y punto.
¿Hay alguien a quien le tenga ganas?
No, no, me da igual.
¿Qué tal un mano a mano contra Beloki?
Lo dicho. Si me dicen que hay que jugarlo, adelante. Si gano bien y si pierdo no pasa nada.
¿Y si alguien le ofrece dinero por perder un partido?
Le digo que se vaya a la mierda.
¿Le ha ocurrido?
No, no. No creo que me pase. A mí, además, no me supondría ningún compromiso. Yo juego a pelota para ganar.
Eso ya se nota. Cuando perdió aquel tanto y lanzó la pelota contra la pared, ¿estaba enfadado de verdad o le echó teatro?
No, no. Yo no hago teatro. Me cabreé y me equivoqué, pero algún otro (Ladutxe), también perdió las formas. Habla mucho y se equivoca.