Sentida crónica de Tino Rey en El Correo para despedir a Fernando Tapia.
Vi a Fernando hace un mes en el frontón Beotibar. Su aspecto físico denotaba la grave enfermedad que sufría. Se acercó lentamente a saludarme. Nos miramos con tristeza. «Tino, estoy jugando un partido desigual con la vida y voy a luchar por ganarlo», me dijo. No tuve fuerzas para responderle. La dureza de sus palabras me desarmó. Nos dimos un abrazo y nuestras miradas se fundieron en un adiós sin retorno.
Esta última imagen de Fernando volvió a mi mente el pasado jueves cuando recibí la fatal noticia de su muerte; una noticia que, aunque esperada, conmocionó a toda la familia pelotazale. Se ha ido a los 66 años uno de los zagueros más ortodoxos de la historia de la pelota, un profesional íntegro, subcampeón manomanista en 1973, que hizo de la cortada al ‘txoko’ un arte y de las dos paredes, desde el cuadro seis, una sorpresa irrepetible. Se ha ido para tristeza de tantos y tantos amigos como este caballero de la pelota, que compuso con su hermano Juan Ramón una pareja histórica, reunió a lo largo de su vida