El mayor de los Olaizola y El zaguero vizcaíno dieron la vuelta a un partido envuelto en polémica
Óscar Tovías / La Estafeta de Navarra
La polémica saltó el pasado miércoles, Olaizola I-Zearra no estaban contentos con el material separado para la cita, y a tenor de lo visto ayer en Labrit, no andaban faltos de razón.
Patatas, o al menos eso es lo que terminaron pareciendo las esféricas que propiciaron una soberana paliza a los cuatro hombres sobre la cancha. Más de 1.000 pelotazos a buena y cerca de dos horas de juego se tradujeron en una laboriosa victoria de Olaizola I-Zearra que desbarató, si la hubiere, cualquier intención sobre la presencia de Olaizola II-Otxandorena en las semifinales del Parejas.
Tras el calentamiento de manos y con un ya recuperado fotógrafo víctima de una pelota perdida que impactó en su rostro con contundencia, sacaron colorados y se entonó la nana.
Los pelotazos comenzaron una cuenta que parecía no tener final. Martínez de Irujo, expectante en la grada, parecía disfrutar con cada sonido sordo del impacto con el verde. «Ahí, ahí, que maduren», parecía traducirse de su sonrisa. Mientras tanto, una grada enmudecida, acaso aburrida, encontraba su alivio en los pequeños sorbos al obligado patxarán.
Con más fallos que aciertos, azules se distanciaron (3-12). El ritmo se ejercía desde los cuadros traseros con un buen Otxandorena que encontraba recursos para todo. Mientras tanto, ambos delanteros se mostraban muy prudentes a la hora de emprender el ataque. Apenas había juego.
Corría el 4-12 en el marcador cuando el dormido público del Labrit despertó y se alió con los desfavorecidos. Con el saque en su poder, los colorados animaron el asunto y comenzaron la ardua labor de la remontada. Hasta que una chapa de Olaizola I en el 8-13 devolvió el saque a azules y la patata regresó a la cancha –162 pelotazos y 9 minutos de juego–.
FOLLÓN. 9-13 en los cartones. Aimar ejecuta una dejada. Suena la chapa y el marcador da el punto a rojos. El juez se lo otorga a azules y el marcador rectifica. Asier, quemado, se marcha a vestuarios y ve la tarjeta negra –sanción económica–. Comienza a respirarse la tensión y Asier que saca la rabia de dentro. A partir de ahí, nada que ver. La pareja colorada se transformó. Asier y Zearra, algo justo en los primeros tantos, se tradujeron en pelotaris trabajadores y supieron atacar, quizá aprovechando la rabia, a Otxandorena a la par que anularon a Olaizola II.
El mayor de los de Goizueta se dedicó al zarpazo arriba y con la ayuda de un perfecto Zearra fundieron a Otxandorena para establecer el definitivo 22-16.