Una vez Julián Retegui, tras un memorable partido, salió a hombros del frontón Adarraga, lo sacó un enfervorizado público riojano que lo adoraba. El martes, víspera de Todos los Santos, era destituido como máximo responsable deportivo de su empresa.
El otoño es lo que tiene, una jornada calienta el sol, la dejada va encima de la chapa y te enfundas la txapela; y otra, la difusa niebla escupe sobre las hojas de castaño amontonadas en el suelo, el gancho de izquierda va directo bajo chapa y se acuerdan de todos tus muertos.
El deporte de la pelota ya se ha hecho mayor. Ya es como el fútbol: echan a los entrenadores por los malos resultados. Vamos a tener que preguntarle a Vergara II, sustituto de Julián, si se va a comer estas navidades la Intxaursaltsa o el ajorriero en sanfermines.
La falta de títulos en Asegarce ha precipitado la salida de Retegui, además de los excelentes guarismos de Aspe, que gana campeonatos sin tanto boato mercadotécnico, centro de alto rendimiento y con un entrenador/pelotari (Jokin Etxaniz) estilo Pepu Hernández, el del baloncesto y muchas dosis de naturalidad. Eso, y grandes pelotaris competitivos, porque hay que ver la mirada de killers con la que saltan a la cancha los Irujo, Titín o Lasa III cuando se trata de vapulear al rival en los grandes torneos. Saber competir, muchachos, ya lo dice el Sabio de Hortaliza. Y no será porque el mago de Eratsun no lo tenga en su gen, no olvidemos que era uno de sus máximos activos en la cancha.
Y si seguimos en plan futbolero preguntaremos ¿y los pelotaris qué? Son los que ganan y pierden los partidos, dirá el hincha mientras engulle un pincho de tortilla con guindilla. Pues bien, creo que los pelotaris tendrán que atarse los machos porque me da que alguno va a volar hasta el rebote en plan Harry Potter o la Dama de Anboto.