Pese a perder, Abel Barriola y sus seguidores también celebraron el gran partido y la recuperación para la élite pelotazale del zaguero navarro tras su importante lesión en la mano derecha. La fiesta la montaron en el pueblo, en Leitza, y allí reinó el buen ambiente y la satisfacción por una gran final que la suerte decantó por Martínez de Irujo.
Leitza arropó a Barriola (Luis Guinea, Diario de Navarra)
El zaguero de Leitza llegó al Basakabi a las diez y media de la noche porque el control antidopaje fue bastante más lento de lo que pensaba. A su llegada los 130 incondicionales que se dieron cita en la celebración recibieron al pelotari tirando cohetes. Barriola no tardó en olvidarse rápidamente del 22-21 y se metió de lleno en la fiesta.
En el restaurante les esperaban arbolitos naturales con jamón de jabugo en sus ramas, una ensalada de tomate al horno rellena de marisco, bolitas de foie con mermelada, pudding de pescado, crema de pescado, chuleta, pantxineta de postre, café y copas variadas.
Hacia las dos de la mañana se vivió uno de los momentos más emotivos de la noche. La madre del pelotari y una tía, que estaban cuidando a un familiar enfermo, llegaron al restaurante. El abrazo entre madre e hijo fue muy aplaudido. La fiesta se prolongó hasta pasadas las tres con música y bailes.