La historia de la pelota está plagada de pelotaris nobles, de episodios que han pasado a leyenda por su belleza o heroicidad, pero en este caso nos encontramos con una de las pocas páginas oscuras de la pelota y con un protagonista de mal carácter , peor temperamento y plagado de malas formas en la cancha.
Él es Bautista de Arrayoz, baztanés e hijo de Simón, por lo que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Hijo de Simón.Fue un gran jugador, con una técnica y una fuerza envidiadas por todos, pero con un carácter egoísta y oscuro. Huyó de casa de su padre y de su pueblo natal a los 20 años y se trasladó a Oiarztun, donde pasó muy poco tiempo antes de que le conocieran por sus prodigios en los frontones.
La fama de este pelotari llegó hasta Madrid, más concretamente a oídos del rey Fernando VII, quien hizo organizar un partido para él y su señora. Lo que él no sabía era que, según cuenta una leyenda, probablemente bastante hinchada, en aquel partido el de Arrayoz prometió a su compañero de juego (hijo de Isidro Indart) lo siguiente: "Voy a restar de bolea tres saques seguidos: la primera pasará por la derecha del rey, la segunda por la izquierda de la Reina, y la tercera por medio de los dos". La leyenda, y siempre la leyenda, asegura que lo hizo….. Además, cuando finalizó el partido, el Rey les preguntó si querían algún deseo, y El Hijo de Simón no pidió cualquier cosa, sino que le hicieran Cabo de guardas: dicho y hecho.
Tenía Bautista un carácter muy oscuro y era especialmente caprichoso. Así, el día que le apetecía jugar, podía hacer maravillas en la cancha, peor el día que no le daba la gana, pasaba del partido y no prestaba ni la más mínima atención a sus contrincantes llenando el choque de malos gestos y desesperando al público. Cuando su padre acudía a ver jugar a su hijo, éste le pedía antes de comenzar el partido dinero, si Simón se lo daba, jugaba bien, ahora, si el padre se negaba, Bautista no daba pelota buena hasta que el padre, desesperado, le soltaba la cantidad que le había pedido, a partir de ahí, el pelotari comenzaba a remontar el partido hasta ganarlo.
En una ocasión, El Hijo de Simón estaba jugando sin ningún tipo de interés y el público comenzó a protestar. La cosa fue a mayores y uno de los asistentes se levantó y se dirigió al pelotari: "Si pierdes el partido, vas a morir aquí mismo". Espabiló, pero no a tiempo, y sólo lo empató. El miedo le hizo huir directamente a la posada con su compañero de habitación, otro pelotari de segunda que casualmente se llamaba también Bautista. El hombre que le había amenazado le siguió con una pistola y cuando los dos deportistas dormían entró en la habitación y despertó al primer bulto que tocó su mano. "¿Eres Bautista?", preguntó el hombre, "Bautista soy", contestó el bulto. Y, a continuación, lo que se imaginan: mató al Bautista que no era.
Después del disparo el hombre salió corriendo y no se vio más. El Hijo de Simón huyó a la Habana, donde vivió la mala vida por los garitos de la ciudad, bebiendo. jugándose el dinero y viviendo casi en la miseria. Finalmente, fue asesinado en medio de un camino sin que nada se supiera de su verdugo. Poco tardó Bautista en convertirse en leyenda y en protagonizar una delas pocas páginas negras de la pelota.