Chafée tumba a Irujo

El delantero de Irurtzun serena su juego y firma su mejor encuentro
Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias

Los cuartos de final tienen un visitante inesperado. Ismael Chafée Saralegi, que hoy cumple 26 años, tumbó ayer al campeón del Manomanista y apunta ahora a Jorge Nagore, último ganador del Cuatro y Medio. Se ha convertido en la revelación del campeonato y su juego ha ganado en convicción y consistencia. Nagore, que ayer estuvo en Tolosa, pudo comprobar de primera mano la amenaza que le viene encima.

Ayer, dos amigos se enfrentaban en un Beotibar vestido de gala en el día de Todos los Santos. Pero uno de los dos aparcó los afectos y las camaraderías y se dedicó a darle a la pelota como un martillo. A buscar los ángulos y la pared, a ganar el partido, en suma. El otro no se enteró. Jugó menos de lo que sabe y fue siempre un pelotari acobardado, sin decisión para tomar riesgos y volver loco el partido, y sin la capacidad de sufrimiento necesaria para jugar en esta distancia, la más dura de la mano profesional. Irujo fue un manista de mantequilla frente a un rival de acero puro.

Y eso que Irujo salía advertido. Oinatz bengoetxea le había dado un repaso tremendo en la primera mitad de su enfrentamiento. Había enseñado el camino que debían seguir aquellos que se enfrentaran con él. Paciencia, juego en largo y decisión para acabar los tantos en el momento exacto. A Irujo, como a todos, hay que moverlo, desplazarlo al ancho, llevarlo de nuevo a la pared. Esto es la pura teoría. Lo complicado es ponerlo en práctica.

Algo parecido hizo ayer Chafée, que se encontró con 7-3 adverso más por sus propios errores que por los aciertos de Irujo, al que le bastó con un par de saques, un gancho y una dejada para hacer creer a casi todos que iba a disfrutar de un choque plácido. No fue así. Chafée no le perdió jamás el pulso al encuentro. Mejor colocado que el campeón del mano a mano, empezó a manejar el encuentro y mantuvo un ritmo altísimo. Durante muchos minutos se jugó sin tregua, con más violencia que calidad, pero a un nivel notable.

Una falta de saque arrimó a Irujo hacia el precipicio. Luego, recibió un empujón severo y se despeñó hasta la derrota. Chafée empezó a creéselo, su juego adquirió confianza y los errores desaparecieron. Tuvo oportunidades hasta para el lucimiento. La parada al rincón que supuso el 10-16 se cuenta entre los mejores tantos del partido.

Otra paradita de Irujo le dio aire al encuentro. El delantero de Ibero pudo sentarse, cambió de pelota y amagó con una remontada como la del anterior fin de semana. Un error de Chafée, un buen pelotazo por la pared y un tanto de saque ajustaron el luminoso hasta un 14-17 que dejaba todo abierto. Pero Chafée no es Oinatz Bengoetxea. Tiene otros defectos, y también otras virtudes. Y una de ellas es una constitución física poderosa y una preparación física cuidada. Un dos paredes mal tirado de Irujo le devolvió la iniciativa y le dio el partido.

«He empezado con miedo»

Ismael Chafée estaba feliz tras haber ganado el encuentro y lo analizaba con lucidez desde su perspectiva. «He empezado con miedo, un poco frío, pero poco a poco me he ido sintiendo mejor. He visto que, aunque Irujo ha comenzado por delante, no se me iba en el tanteador. No estoy acostumbrado a este tipo de encuentros y quizá lo he podido acusar. Luego, una vez que he roto a sudar he mejorado». El delantero de Irurtzun ha aprovechado de forma inmejorable la oportunidad de jugar en Primera que le dio su empresa. Ha tumbado a Asier Olaizola y a Juan Martínez de Irujo, pelotaris ambos con más nombre y palmarés. Ahora tiene ante sí el reto de derrotar a Jorge Nagore, a quien también conoce de maravilla. «Cuesta creer que le haya ganado al campeón del Manomanista. Lo conozco muy bien y sé que es un ganador. Hasta el final ha seguido dándole duro. Frente a Nagore, tendré mis oportunidades si juego como hoy». Irujo estaba decepcionado, pero no quería dramatizar. «No se puede jugar menos de lo que he jugado hoy. Es un palo, pero, bueno, esto es un partido de pelota. Espero que para mañana se me haya pasado».

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