Aimar Olaizolacalca sus números de 2002 y supera a Barriola en casi todas las cifras
El leitzarra resuelve antes sus encuentros, pero sólo es superior, y por muy poco, en saques anotados
Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
Si a alguno le quedaba alguna duda, los números se encargan de despejarla. Aimar Olaizola supera a Abel Barriola en casi todos los conceptos del juego que pueden ser retratados con números. Falla menos, resta mejor, le hacen menos tantos y termina como nadie. El leitzarra sólo se impone, aunque muy ligeramente, en su poder con el saque. Y posee, además, un arma que no se refleja en las estadísticas: la velocidad que imprime a la pelota. El resto de los argumentos se decanta del lado del goizuetarra.
De todos sus números, si algo llama la atención en Aimar Olaizola es su vocación por los encuentros largos, en los que termina por imponer un físico cuidado y una paciencia franciscana para pelotear sin desmayo. En cinco partidos, ha golpeado la pelota más veces que Barriola en seis, y la media por encuentro es muy superior en el caso del campeón de 2002. Respecto a aquella competición, Olaizola II ha mantenido el perfil de su juego, su gusto por el desgaste. Entonces promedió 324 pelotazos (302 ahora) en los ocho encuentros que precedieron a la final, con una duración de 51 minutos por choque, exactamente la misma que en la actual competición. Mantiene idéntica excelencia restando (0,5 entonces y 0,6 ahora) y quizá ha rebajado su perfil como sacador, aunque muy levemente. En 2002, frente a rivales en algunos casos débiles y en otros poderosos, promedió 4,9 por partido. Ahora se queda en cuatro.
Ladis Galarza comentaba hace unos días que venía a Olaizola II «algo menos seguro que en 2002». También Iosu Irigoien, botillero de Barriola y ex preparador físico, apuntaba que quizá Aimar no estaba en el mismo punto dulce que hace dos años. Los números, sin embargo, rechazan estas impresiones y retratan a un pelotari idéntico. También en 2002 promediaba 9,2 tantos en juego por encuentro y fallaba tres. Nadie, además, había llegado a una final cediendo tan pocos tantos.
¿Coincidencia? Roberto García Ariño, intendente de Asegarce, cree que no. El ex pelotari de Axpe es una de las personas que más encuentros ve en directo. Callado y observador, ha llegado a la conclusión de que el delantero de Goizueta se encuentra a un nivel muy similar, por no decir idéntico, al de antes de la lesión. «El juego de Aimar Olaizola es siempre él mismo. Aunque se vea superior, él no va a terminar el encuentro rápidamente, sino que madura al rival, lo calienta, y termina por ganar. Por eso es normal que los números de uno y otro año se parezcan tanto», explica. El vizcaíno encuentra, además, una evolución en el comportamiento de Olaizola II a lo largo del campeonato de 2004. «Quizá no comenzó con tanta confianza, pero en la liguilla, cuando la exigencia creció, él ha respondido perfectamente y ha ganado sus partidos con holgura». Nagore y Barriola, campeones en 2003 y 2001, pueden dar fe de ello. Ninguno llegó a diez tantos.
Con el brazo derecho a punto De todas las estadísticas, Olaizola II sólo ha descendido su rendimiento de forma apreciable en una, en saques anotados. El descenso (4,9 a cuatro) resulta sin embargo escasamente significativo y queda relativizado por aquellos elementos que no pueden cuantificarse: rivales, frontón o material, por citar sólo tres. García Ariño ve al pelotari navarro con su brazo derecho en perfectas condiciones, y no cree que su pelotazo haya perdido mordiente. «Yo creo que Aimar nunca le suelta a la pelota todo lo que puede. Pero tampoco se le ve rápido y luego llega a todas las pelotas. El caso es que conforme avanza el encuentro él sigue pegando lo mismo y es su rival el que baja un poco el pistón».
Barriola y los riesgos Si Olaizola II es el pelotari de 2002, Barriola necesitará recurrir a su mejor versión para tener opciones. Los números del leitzarra no son nada malos, ni mucho menos. Con el saque en la mano parece el más eficaz, aunque no alcanza los 5,2 tantos por encuentros que promediaba en 2001, cuando obtuvo la txapela. Ahora se queda en 4,6, muy cerca, y por el contrario ha mejorado restando. Sólo le han hecho diez tantos directos, lo que supone 1,6 por encuentro, cifra bastante mejor que los 2,8 de hace tres temporadas.
En lo demás, Barriola es el pelotari que era, quizá más asentado, más consciente de lo que se mueve alrededor, pero con las mismas cualidades de zaguero explosivo y elegante que le llevaron hasta lo más alto. Necesita abrir espacios, buscar la línea de pasa y también la contracancha. Precisa, en suma, tomar más riesgos que Olaizola II. Los tres años transcurridos y la rebaja en el material quizá han amortiguado los efectos de su pegada, de ese tercer pelotazo con el que tanto daño hace. Además de causar menos problemas con el saque, Barriola finaliza menos tantos que hace tres años (siete frente a los 8,2 de 2001) y también se equivoca algo menos (4,1 ahora y 4,4 entonces). Variaciones escasas, que quizá no quieran decir nada, pero que lo colocan, salvo que el Ogueta diga lo contrario, con el cartel de víctima colgado del cuello.
Los precedentes, además, resultan los aliados más fiables de Aimar Olaizola, que siempre ha vencido a Barriola cuando ambos han jugado en esta distancia. «El 22-9 de la liguilla será lo que más pese a la hora de decidir en qué proporción salen las apuestas», explica un corredor, que ve improbable que se cante «más de 40 a 100». La exhibición que aquel día interpretó el goizuetarra resultó inapelable, y a los aficionados sólo les queda una duda. ¿Qué hubiera pasado si Barriola no se llega a lesionar? Olaizola II lo tiene claro. «En el Ogueta será diferente», dice muy serio.