Con la pelota en la sangre

El domingo Juan Martínez de Irujo jugará la final manomanista, será la primera para él y una familia de Ibero que vive la pelota intensamente desde 1920.
Javier Hernández y Luis Guinea / Diario de Navarra

En la familia Martínez de Irujo la afición a la pelota la comenzó a sembrar el abuelo Canuto, que disputó partidos oficiales como aficionado entre 1920 y 1930. Murió hace once años y sus hijos le reverencian. Tuvo cinco varones: Javier, Juan Ángel, Jesús, Pedro Mary y Emilio. Los tres primeros acabaron vistiéndose también de blanco con suerte e incluso con especialidades distintas.

Juan Ángel, el padre de Juan Martínez de Irujo (finalista manomanista 2004) alternó frontón y trinquete con su hermano Jesús. «En Ibero había dos alternativas: escuela y frontón. Salías de una cosa y para divertirte únicamente existía la correría por el campo o la pelota. Siempre la hemos tenido cerca. Mi hermano Jesús y yo nos hicimos mayores en la cancha», recuerda el padre el pelotari revelación del torneo. «Luego llegó el Trinquete. Entonces existía el Campeonato de España por clubes en el que intervenían también entidades de Iparralde. El Club de Tenis no tenía manista y nos plantearon la posibilidad de jugar a trinquete. Eso me dio la oportunidad, posteriormente, de participar en el Mundial de Biarritz, en l978. Conseguí la medalla de plata sin jugar».

La figura del tío Javier

En la saga de los Martínez de Irujo también es clara -y entrañable- la figura de Javier, tío también del actual finalista, y que llenó una importante página de la pelota navarra aficionada.

Fue compañero casi sempiterno de Salvador Vergara con el que consiguió dos títulos de Campeón de España y con el que se paseó por prácticamente todos los frontones de la geografía foral. Javier llegó a pasar a profesional con 32 años. Su experiencia en Eskulari duró cuatro años. Luego regresó otra vez al terreno aficionado. Era un modelo impecable de seguridad, de dureza en la cancha. Era muy complicado doblegarle. Entonces se decía que era el prototipo de la «raza». Un fallo cardiaco se llevó a un hombre de irreprochable talante y calidad humana.

En ese entorno familiar conoció la pelota Juan Martínez de Irujo. Ibero, un pueblo reducido de la Cendea de Olza también dio sus frutos pelotazales en el remonte. Ahora vive en pie de una guerra ilusionada a cuenta de la final manomanista.

El tema del Martínez de Irujo-Xala se ha convertido en irrepetible, personal e intransferible. Desde el orgullo del paisanaje se sienten las victorias y la carrera irrefrenable de su pelotari. Y se prepara como una fiesta la final del domingo.

«Con el tema del aplazamiento también existe preocupación. Aquí lo de Juan se está viviendo muy intensamente. Y sabemos que esta semana añadida de espera no es buena. Hay que tener la cabeza muy encima de los hombros y por eso es necesario que Juan no pierda la concentración y juegue como puede y sabe hacerlo. Esto ha sido como una carrera de emociones», dice el padre del pelotari. «Juan comenzó hace un año, se estrenó ganando en el Cuatro y Medio, luego llegó el Campeonato de Parejas que le llevó hasta la final. Entró de invitado al Manomanista y según iba ganando nos íbamos preguntando si era bueno o no tan bueno que subiera tan deprisa. Pero así ha sido».

Ni él, ni Javier, ni Jesús, ni el abuelo Canuto se habían imaginado a un Martínez de Irujo en la final. Para ellos será una fiesta.

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