·Más de trescientos seguidores de Martínez de Irujo, todos ellos vestidos de rojo, empujarán desde la grada a su paisano frente al lapurtarra Xala
Gara
Ibero presume orgulloso de pelotari. Juan Martínez de Irujo, uno más de los 200 vecinos de este pueblo situado en los alrededores de Iruñea, ha destadado la euforia entre sus ya de por sí entusiastas paisanos. El domingo tienen una cita en el Atano III de Donostia y aun con los inconvenientes que supone tener que alternar la noche anterior en Etxauri, «las fiesticas son las fiesticas», prometen dejarse la garganta, «o lo que quede de ella», en favor de «Juan. Mejor que ese año no lo va a tener nunca».
Ambiente de final, eso es lo que, desde hace tiempo, se vive y se palpa entre los paisanos de Juan Martínez de Irujo. Allí, en Ibero, en el frontón que, junto al caserón del pelotari, sirve de plaza y punto de encuentro, son muchos los comentarios y los planes vertidos en torno a la final, al día de la final. Ellos, testigos privilegiados de la meteórica trayectoria de su ídolo, tienen reservado su hueco en el Atano III. Apenas llegan a 200 habitantes, pero con la ayuda de los de Etxauri y Vidaurreta, de donde es natural Bitori, madre del pelotari, serán tres los centenares largos de gargantas dispuestas a vaciarse en favor del joven aspirante navarro.
Katoño, Rubén García, Capi, Juan Luis Landa y el alcalde, otrora remontista profesional, José Javier García, suspiran porque llegue ya la hora del partido. El aplazamiento, no sólo los pelotaris sufren con estas cuestiones, les ha jugado una mala pasada. «El pasado domingo era la fecha ideal, pues coincidía con el primer aniversario de Juan como profesional y, sobre todo, no coincidía con las fiestas de Etxauri». Una «faena» para gente acostumbrada a cumplir aquí y allí. «Se nos ha ido al traste todo el plan. Teníamos previsto fletar un autobús para desplazarnos, comer y acudir todos juntos al frontón, pero al final, la noche pasa factura y las horas de sueño se cotizan, hemos optado por que cada uno viaje en coche cuándo y cómo pueda. Seguro que alguno se queda dormido, pero los más, en mejores o peores condiciones, allí estaremos».
Las palabras de Katoño, panadero del Valle y próximo alcalde de la localidad, desatan las risas… y la inquietud de José Javier. «Yo estaré en el palco, donde, sentado a l lado de lolos que mandan, la formalidad resulta obligada. Me encantaría estar en el jaleo junto a éstos, pero me preocupa el tema del coche «para eso llevamos a las mujeres», apostilla una voz. Si todo sale bien, no creo que Xala arrastre tanta gente y tan ruidosa, podemos vivir una jornada inolvidable».
Parece que así va a ser porque, «por si acaso gana Juan, si no le traicionan los nervios es el favorito», algunos ya hemos pedido fiesta el lunes. Hemos reservado una sidrería de la Rotxa para celebrar el acontecimiento como merece. Bueno nosotros, veremos qué cuerpo traemos, no hemos confirmado asistencia, pero cuatro arriba o abajo es igual. Si hay que ir, ni siquiera es imprescindible que se cale la txapela, se va. El día de la final de Parejas Irujo perdió, qué mala suerte, nos dieron las 08.00 y llegamos a casa pelados. Al final resulta como una boda. Así vamos, ni vemos la pelota. Pagas la entrada y, harto de consumir gintonics por los pasillos, acabas siguiendo el partido desde la tele de la barra del frontón», zanja Katoño entre las risas del resto.
Así, mientras aguardan a que Juan, «para nosotros es uno más», regrese del apartado con las camisetas rojas que lucirán desde el Rebote Ibero y Etxauri y el Lateral Vidaurreta del frontón donostiarra, el aún alcalde, «os van a confundir con seguidores de Xala, les recrimina la elección. «Si hay que darle la vuelta a la camiseta se le da, pero si vamos de coloraos es porque tenemos la convicción de que va a ganar. Que sale bien, ya tenemos camiseta para el año que viene, que no, pues le damos tinte y la convertimos en azul». Economía doméstica.
¿Y el protagonista, cómo le ven al protagonista en la antesala de la final manomanista por antonomasia? «Juan está ilusionado, cuidándose mucho y haciendo lo posible por huir de los agobios. Es que ahora hasta las viejas le asaltan por la calle para pedirle dos besos. El otro día estuvo sacándose el pasaporte y el más tonto estuvo listo para pedirle un autógrafo. Luego dirán que es desagradecido. Hay que ponerse en su papel, hombre, también en el de la gente de a pie, porque todos los días no tienes a tu alcance un tío así. Es el mejor, en todo».