De todo lo que llevamos de Campeonato de Parejas de lo que más me ha llamado la atención es la magnífica entrada que registra el frontón Labrit de Pamplona sábado tras sábado. Es una verdadera gozada imbuirte en el peculiar ambiente pelotazale de la Bombonera. Asegarce programa pensando en ese público navarro que le encanta la pelota y que lo que quiere es ver competición. Esa es la clave, como en cualquier deporte en la pelota lo que engancha son los puntos en juego, la posible eliminación, la clasificación para semifinales, etc. Por eso ha sido un acierto, por lo menos para el Labrit, que la primera fase, que se finiquita este fin de semana, haya servido para luchar por un puesto en semifinales. Quizá habría que mejorarla para futuras ediciones con partidos entre parejas de las misma empresa. Si se quieren evitar la suspicacias clasificatorias de última hora pues que se disputen en las primeras jornadas. Hubiésemos vistos enfrentamien to entre los hermanos Olaizola o un Titín-Laskurain contra Xala-Pascual.
La otra circunstancia que ha hecho que el Labrit sea noticia es que además de llenarse en muchas jornadas lo hace sin humo. Ha costado muchos esfuerzos de la Federación Navarra, ayudados por el efecto disuasorio de la sanción económica, pero en el Labrit no se fuma. Se acabó el mito de que para ver pelota profesional hay que fumar. Y hay que agradecérselo a los propios fumadores que mayoritariamente han acatado el no fumar con educación y respeto a los deportistas y al público no fumador, que no tenían porque tragarse el cancerígeno humo que se alojaba en sus pulmones pasivos y que atufaba la ropa. Ya sé que algunos volverán con la matraca de que si la tradición, que los puros han acompañado siempre a la pelota, que si la abuela fuma…También antes había Ángelus, los pelotaris iban totalmente de blanco, las frontones eran también de ese color, las finales se jugaban por la mañana, etc. y todo eso se ha cambiado y asumido por el pelotazale. Además la tradición no siempre lleva implícito que sea buena, hay tenemos la ablación del clitoris como ejemplo de rito ancestral y que, digo yo, habrá que intentar cambiar.