En 1920 el equipo de béisbol los Gigantes de Nueva York fue invitado a una gira por La Habana (Cuba). Al conjunto norteamericano se le unió «Babe» Ruth, el mejor pelotero de la época, que militaba en los New York Yankees y que cobró 2.000 dólares, de entonces, por partido, además de todos los gastos para tres personas.
Ruth era un auténtico as con el bate y el público cubano llenó los estadios para verle conseguir home runs, sin embargo el orondo beisbolista rindió por debajo de su nivel en los diez partidos que disputó. Dicen en La Habana que la causa fue sus visitas al Hipódromo Oriental Park y al Viejo Caserón Frontón Jai Alai del que era asiduo.
Cuentan las crónicas que Babe Ruth jugó varios partidillos de cesta punta algunas mañanas contra pelotaris cubanos, esas informaciones periodísticas recogían declaraciones del Bambino (así era conocido): «Si ustedes supieran, estoy pensando que me da más gusto este juego que el béisbol”.
Pero un día en el que estaba ensayando de maravilla, imprimiendo una gran velocidad a la pelota, intentó devolver de revés la bola por lo que forzó su postura produciéndose un fuerte dolor en la espalda. Le vendaron y decidió, con mucha pena de su corazón, no volver a jugar más a pelota vasca.
George Herman Ruth es considerado uno de los mejores jugadores de béisbol de todos los tiempos. Revolucionó este deporte con los Yankees y se forjó una leyenda en la que se mezclaban sus numerosos récords, anécdotas, su pasión por la vida nocturna y su desmedida inclinación por la comida y la bebida que le hacían poseer una redonda figura.
En aquella época el principal frontón cubano era el habanero “Palacio de los Gritos”. Un 10 de marzo de 1901 se jugó el primer partido en dicha cancha gracias a los comerciantes Basilio Sarasqueta y Manuel Otaduy que lograron la concesión del frontón del interventor norteamericano Leonardo Wood. El encuentro fue precedido de una comida en la que se sirvió un bacalao a la vizcaína y abundante vino de Rioja. Después los asistentes se jugaron los pesos con alegría. Curiosamente ese año se inauguró otro frontón en La Habana, el “Palacio de las luces”. La competencia fue grande entre ellos y destacaron los afamados pelotaris Erdoza, Isidoro y Erguiluz.
PD: En Cuba también triunfaron las mujeres pelotaris que llenaban a diario las 1 500 plazas de otra cancha conocida como la Bombonera.