Levantó un 9-18
“¡Vive!”. Es lo que se pudo oir entre los murmullos mañaneros de un Labrit en dos colores: blanco y rojo, mientras el hipo se le contraía a más de un apostante por haber desconfiado un segundo, y con razón, de las posibilidades de Mikel Urrutikoetxea, un diésel ayer, gripado por el calor de una cancha sofocante en los tambores de guerra veraniego. “¿Vive?”. Es lo que debió pasar por la cabeza de Joseba Ezkurdia, cuando todo lo que había en el tapete iruindarra, en una explosión al toque de corneta, parecía suyo a cuatro palmos de llegar al 22 en la final del Cuatro y Medio de San Fermín, que se le escapó hace dos cursos ante Aimar Olaizola con un esquema muy similar, en el que su salida en tromba acabó aplacada con una voltereta.