El riojano falló demasiado y no pudo paliar el dominio de Zearra en la zaga
Asier Olaizola soltó derechazos deslumbrantes en un encuentro que no fue nada bueno
Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
Estamos acostumbrados a que Titín se ponga los tacos, salga al frontón y gane los partidos como quien baja a comprar el pan. Casi como una rutina. Así lo ha hecho casi sin interrupciones durante los ocho o nueve últimos años, promediando un 60 y un 70% de victorias en casi todos los ejercicios. Por eso es noticia que pierda, aunque lo haga en un encuentro de Campeonato y sin disponer de su compañero titular. De él siempre se espera lo mejor.
Sin embargo, la línea que separa el espectáculo y la vulgaridad es a veces muy fina, casi invisible. Titín la traspasó ayer durante muchos minutos en un ejercicio rematador estéril, que no logró su objetivo sino el contrario. Mientras Elkoro, dominado pero digno, aguantaba a dos bombarderos como Olaizola y Zearra, Titín se enfrascaba en una jarana de ganchos y voleas que terminó por resultar estragante. No le entraba ni una. A su lado, Olaizola I aplaudía con las orejas y le cruzaba la pelota con cortadas profundas y maliciosas, que terminaron por romper al riojano.
El encuentro fue un horror en su primera mitad. Olaizola pegaba pero no terminaba, incapaz de superar la defensa de Titín, siempre correoso en esta labor. El único que aportó lucidez fue Zearra, fresco con la derecha y holgado con la zurda. Elkoro se dedicó a buscar la pared siempre que pudo, pero el vizcaíno no se achicó. Quitó el aire a Titín con cierta frecuencia y firmó dos dejaditas. La primera murió en el rincón (3-5) y la segunda voló hasta la punta con gracia y velocidad. Supuso el 9-11.
despegue Ese tanto fue el inicio del despegue de los azules. Acto seguido, Asier Olaizola soltó el mejor zambombazo de la tarde, que se marcho al rebote como un torpedo. Dos errores de Titín y un pelotazo cruzado de Zearra abrieron el hueco definitivo. A esas alturas estaba claro que Titín no tenía su día.
Los últimos minutos vivieron del alboroto y del enredo en algunos tantos, pero no invirtieron la tendencia del choque. Titín pensaba ya en el regreso de Barriola. El leitzarra posee el golpe que no tiene Elkoro. Con él, Titín crecerá seguro.