El último de Filipinas

Ismael Biurrun, vecino de Noáin, es el último navarro que ha sido profesional de la cesta punta | Jugó en los frontones industriales de Manila y Miami, pero una lesión ha forzado su retirada
P. A. / La Estafeta de Navarra

La modalidad de pelota que tiene mayor proyección internacional, la cesta punta, apenas cuenta con presencia en Navarra. La pelota mano, el remonte e incluso las palas están en la actualidad muy por delante de la chistera (como se conocía en su origen a la cesta). No obstante, esta modalidad pelotazale, inventada a finales del siglo XIX, posee una importancia notable en lugares muy lejanos, como Filipinas o Florida, a los que llegó de la mano de inmigrantes vascos.

Más de cien años después, la situación de la cesta punta en Navarra es marginal, aunque, de forma esporádica, surgen cestapuntistas destacados que alcanzan incluso el campo profesional. El último de ellos fue Ismael Biurrun, un joven de Noáin 28 años que, con 23, cogió las maletas y se fue a Filipinas, a vivir la aventura de competir en frontones de 6.000 espectadores. «Fue algo increíble, otro mundo. El ambiente era impresionante. La gente te reconocía y te paraba por la calle, y algunos incluso se hacían fotografías con nosotros. La cesta punta despertaba una expectación espectacular, algo impensable en Navarra», afirma Biurrun.

Una charla en el colegio. La carrera de este pelotari resulta casi tan peculiar como lo es la evolución de este deporte. El comienzo fue «el mismo que el de los chavales del valle», explica. «Iban por los colegios a enseñarnos qué era eso de la cesta. Yo me apunté con unos 13 años. Hasta entonces jugaba a mano, aunque las tenía demasiado blandas», señala.

Esa charla despertó su curiosidad, y decidió intentar practicar ese deporte tan complicado como apasionante. «El comienzo fue un desastre, me pasé dos semanas intentando darle a la pelota. Los demás chavales ya iban llevándola a la pared, pero yo la tiraba siempre al suelo. Menos mal que un monitor me convenció para que no lo dejara», indica Biurrun. Esas primeras clases fueron muy básicas: cómo atarse la cesta a la mano derecha y nociones muy esenciales del golpeo. Mucho después llegaron los envíos de revés, los rebotes y, por último, las jugadas de malabarista. Así, hasta llegar a ser un cestapuntista de nivel.

La oportunidad. Biurrun, al igual que otros compañeros de la escuela de Noáin, había tocado techo, ya que Navarra ofrece un panorama de competición bastante limitado en la cesta punta. En Vizcaya y en Guipúzcoa, las posibilidades son mayores. Y el sueño de la cesta profesional y de los grandes frontones industriales quedaba muy lejos, a miles de kilómetros de distancia… hasta que un día, aterrizaron en Noáin sus emisarios: un grupo de empresarios filipinos.

«Se llevaron una buena impresión y nos hicieron una oferta, que aceptamos cinco pelotaris, todos de Noáin. Yo no tenía trabajo, era una buen posibilidad y me apetecía mucho intentarlo», explica Biurrun. Junto a él viajaron otros cuatro pelotaris, Xabier Gamarra, José Manuel Pérez, Santiago Merallo e Iván Legasa. «Segarra se volvió enseguida, pero los demás aguantamos casi un año allí. La cosa no fue demasiado bien, porque la empresa que programaba los partidos intentó amañar los partidos. Nos negamos, e hicimos un plante durante una semana y media», relata.

Miami y lesión. La protesta no dio el fruto deseado: la empresa les sustituyó por jugadores autóctonos… y ellos fueron deportados. «Lo pasé muy mal», asegura Biurrun.

Esa mala experiencia no le impidió embarcarse en otra aventura: Estados Unidos: «Me contrató una empresa muy importante, Dania, pero no me fue muy bien. Me tocó jugar con pelotaris de demasiado nivel». De ahí pasó a otra promotora, Newport, donde jugó durante dos años, hasta verano de 2003. «Disputé muchos partidos, pero la empresa cerró. Además, yo comencé a tener serios problemas en la rodilla», explica, en alusión a un desgaste del cartílago de su rodilla izquierda que ha puesto un fin prematuro a su carrera profesional. «No he tenido suerte. Me operé a finales de octubre y me esperan varios meses de recuperación, pero no podré volver a jugar profesionalmente», lamenta.

En la actualidad, Biurrun ha vuelo a Noáin y es monitor de la escuela de pelota, «hay varios chavales con posibilidades», asegura. «El nivel en aficionados es bueno en general, aunque creo que la cesta punta está bastante mal», reconoce el ex pelotari, que tiene la mente puesta en volver a EE UU. «He dejado allí a mi novia», revela.

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