Pablo Almárcegui, La Estafeta de Navarra
Martínez de Irujo jugará el domingo su partido 57, en el año de su debut | Lleva un 69,6% de victorias | Su preparador físico, Juan Iribarren, descubre las claves de su progresión en los últimos once meses
Es el año de su debut, y lleva una importante carga de partidos y de responsabilidades. Sin embargo, todo apunta a que la nueva sensación del mundo de la pelota, Juan Martínez de Irujo, llegará pletórico a la final del Manomanista, que disputa dentro de seis días ante Yves Xala. Lograr la txapela sería el mejor colofón a un año espectacular, en el que se ha colado en la final del Mano Parejas, y en el que acumula un espectacular porcentaje de victorias del 69,6 por ciento, 39 partidos de los 56 que ha jugado. Unos números contundentes, pero que invitan a una pregunta: ¿pagará las consecuencias de tanto esfuerzo prematuro?
Parece ser que no. Martínez de Irujo debutó en junio del año pasado, y desde ese tiempo ha experimentado una importante evolución física, que le permite responder bien a un calendario exigente. Ha ganado kilos de músculo, pero no ha sido debido a una sobrecarga de trabajo; se trata de una consecuencia lógica en un pelotari que, hasta llegar a profesionales, apenas había pasado horas dentro de un gimnasio. «En aficionados jugó en Oberena, y no trabajó excesivamente la parcela física, aunque sí que adquirió una gran base técnica. Domina muchos gestos, una gran variedad de aspectos del juego», explica Juan Iribarren, su preparador físico.
El delantero de Aspe sólo había tenido una pequeña experiencia relacionada con la preparación física profesionalizada, y fue antes del Mundial de 2002 de Pamplona, cuando trabajó en la escuela de tecnificación. «Esta temporada comenzó con un entrenamiento más técnico, orientado, y lo ha notado. Su margen de mejora todavía es grande, aunque eso no quiere decir que su rendimiento vaya a ser tan bueno como el de este año, porque ha sido extraordinario. Cuando debutó, era impensable que alcanzara estos porcentajes de victorias», dice Iribarren.
Trabajo semanal. Martínez de Irujo trabaja todas las semanas dentro de un grupo de seis pelotaris que se entrenan en Huarte. «Su primer año ha sido de introducción en las nuevas tecnologías, le hemos transmitido nuevos conceptos, como el de trabajar con el pulsómetro. La carga de trabajo ha aumentado de forma paulatina», indica Iturralde.
El grupo de Huarte lo componen, además de Irujo, Fernando Goñi, Óscar Lasa, Ismael Chafee, Abel Barriola y un aficionado, Sergio Urzainki. «Como a los otros pelotaris de la empresa, se les hacen pruebas periódicas, para medir sus umbrales de velocidad, de resistencia… Juan no sobresale especialmente en ninguna de ellas, pero llama la atención que está muy cerca de los mejores en todas. Destacaría que es muy completo», señala Iribarren, que desvela quién es su pelotari con mejores resultados. «Ismael Chafee –campeón mano parejas de Segunda– es el más rápido, el más explosivo, y el que más lejos lanza los balones medicinales», indica.
«Genéticamente, Irujo cuenta con muy buenas condiciones, es un pelotari completo: coordinado, potente, ágil, resistente… tiene una buena predisposición genética», afirma. «Creo que va a mejorar, porque tiene margen. Con el tiempo será mejor pelotari, aunque eso no quiere decir necesariamente que alcance el nivel de esta temporada. Debe tener paciencia, y saber que le quedan muchos años de profesional. Si ahora se forma una buena base, podrá aguantar después más años en este deporte», concluye el preparador.
Fue un zaguero sin fuerza. El Irujo finalista es un pelotari muy fuerte, capaz de atrasar mucho la pelota con ambas manos, pero, no hace tanto, fue un deportista bien distinto. «Empecé a destacar en el último año antes de debutar. Me costó hacerme cuerpo, porque era delgado y pequeño. Cuando tenía ocho años jugaba de zaguero, pero como no tenía fuerza, pasé a ser delantero… y no me arrepiento. Si no tienes fuerza trabajas otros recursos para buscarle las cosquillas al rival, y empecé a entrar de aire. Después, pegué el estirón con 20 ó 21 años y, a base de entrenarme, cogí fuerza», señala el pelotari.
Desde que debutó en profesionales, Martínez de Irujo es un abonado a las victorias. Sin embargo, a pesar de su gran adaptación, el de Ibero destaca la gran diferencia entre esta categoría y aficionados. «El salto es importante. En los primeros partidos, llegaba el tanto 10 y ya estaba asfixiado. El ritmo de profesionales es el doble o el triple, pero se coge jugando partidos, y enseguida empiezas a disfrutar de la pelota», asegura.