El otro dominio navarro

El Manomanista es el torneo con mayores éxitos de pelotaris de la Comunidad foral, pero el Parejas no le va a la zaga (txapelas en 22 de las 29 finales jugadas)

P. A. / La Estafeta de Navarra

Otro año más, la final del Campeonato de Mano por Parejas estará dominada en la cancha por el inconfundible acento navarro: al menos tres de los cuatro finalistas del segundo torneo más prestigioso de la pelota profesional (tras el Manomanista) disputarán la final. Bengoetxea VI-Beloki ya lograron su clasificación el pasado fin de semana ante Titín III-Barriola, mientras que Irujo-Goñi III y Olaizola I-Zearra se enfrentarán el próximo domingo en el Ogueta en el desempate de su semifinal, con el claro objetivo de estar presentes el 20 de este mes en la lucha por la txapela. Ese día, si se clasifican Irujo-Goñi III, habría pleno de navarricos: cuatro de cuatro.

Un vistazo rápido a la historia muestra que esto no ha sido siempre así (pero casi). El Parejas ha estado durante muchísimos años en un segundo plano, a la sombra del mano a mano. Hasta la temporada 1978/79, apenas se le daba importancia a las competiciones oficiales; de hecho, tan sólo se organizaron cuatro torneos hasta entonces (tres en la España de posguerra y uno aislado en la década de los 60, en el que se impusieron los hermanos Arriarán, de Mondragón). En ninguno de ellos hubo txapelas para los navarros pero, en cuanto el Parejas comenzó a organizarse con regularidad, éstas comenzaron a llegar sin cesar… y a veces, de dos en dos.

Piérola y Maíz. Los pelotaris forales se estrenaron a lo grande, con dos txapelas (triunfo de Antxon Maíz y Elías Piérola, en la final de 1979). Estos dos pelotaris formaban un dueto temible en la época: Piérola era un delantero muy habilidoso, que ejecutaba las dos paredes con efectos impredecibles; y Maíz, el gigante de Arantza, era un zaguero muy duro, casi infranqueable. El hoy intendente de la empresa Aspe comenzó en esa temporada su andadura estelar en el Parejas, en el que inscribió su nombre en cinco ocasiones (1979, 1981, 1983, 1984 y 1993). Un logro sólo igualado por otro pelotari más, Julián Retegui.

Desde aquella victoria, el Campeonato se ha celebrado de forma ininterrumpida durante 25 años, en los que el protagonismo navarro ha sido indiscutible: se han jugado 24 finales (en 1998 no se celebró, ya que Aspe y Asegarce organizaron torneos paralelos), y ha habido txapeldunes navarros en 22 de ellos; las únicas excepciones fueron los años 1982 (triunfo del francés Ladutxe y el guipuzcoano Tolosa) y 1997 (victoria para dos giputxis, Unanue-Errasti). Lo demás, dominio aplastante de los navarros, que –todo hay que decirlo– también son más en el campo profesional.

Once de dieciséis. El planteamiento del torneo de 2005 es un buen ejemplo. El Mano Parejas lo comenzaron dieciséis pelotaris (dentro de ocho parejas), y nada menos que once de ellos, un 68,75 por ciento, eran navarros: Bengoetxea VI-Beloki, Irujo-Goñi III, Olaizola II-Otxandorena, Olaizola I, Barriola, Pascual, Patxi Ruiz y Lasa III. Completaron la nómina dos franceses, Xala y Gonzalez, dos vizcaínos, Berasaluze VIII y Zearra, y un riojano, Titín III.

El dato no es flor de un día; en años precedentes, la proporción ha sido algo menor, pero también significativa: 56, 25 % en 2004, 55 % en 2003 y otro 55 % en 2002.

Nombres propios. En estas 25 temporadas ha habido parejas de navarros muy destacadas, aunque sólo siete de ellas ganaron la final. La más destacada de todas, con tres txapelas en común, fue la formada por Julián Retegui e Inaxio Errandonea (jugaron juntos y ganaron en 1988, 1989 y 1994. Curiosamente, hoy en día son los máximos responsables deportivos de las empresas Asegarce y Frontis, respectivamente).

Por detrás de ellos aparecen, con dos títulos, Bengoetxea IV-Maíz y una pareja de la zona de Etxalar, Vergara II-Martinicorena. Con uno figuran Retegui II-Arretxe, Vergara II-Arretxe, Nagore-Errandonea y Olaizola I-Goñi III.

Ausencias. El torneo también ha tenido algunas injusticias, ya que el afán compensatorio de las empresas de pelota al hacerlas parejas y otras decisiones han derivado en que haya pelotaris ilustres sin txapelas en el torneo. Es el caso del agoizko Patxi Eugi pero, sobre todo, del zaguero de Baraibar Ladis Galarza: el gran rival de Retegui II y campeón del Manomanista en 1991 y 1992 se fue de vacío del Parejas.

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