Diario de Noticias
Aritz Berraondo tiene casi 29 años y mañana vivirá su segunda oportunidad. Vuelve al mano a mano, su competición favorita, y lo hace con los mejores, en un choque de marcado carácter guipuzcoano que se disputará en Amurrio. Frente a Koka, tratará de que no se repita la misma historia de 2002, cuando cayó eliminado en la primera ronda y sucumbió después en una eliminatoria por evitar el descenso de la que salió triunfante Imaz. Desde entonces, Berraondo ha tratado de regresar a una competición que por si sola justifica el año. Y lo ha hecho por el camino más duro, por el de la competición pura y dura.
A él no le llegan las invitaciones. Quizá porque no se trata de un pelotari bonito, de esos a quienes las empresas colman de favores pese a su discutible valía deportiva. Tampoco se adivina en él una progresión interesante. Camina ya hacia los 30 y sus armas son conocidas: un golpe con la derecha respetable y una capacidad de sufrimiento que hicieron de él uno de los aficionados más interesantes de los 90. En aquellos años, compartiendo cartel en muchos torneos con Galarza V, Berasaluze VIII, Apezetxea, Yániz o Esáin, Berraondo se distinguió pronto por su facilidad para el juego mano a mano. Así logró el título de campeón del mundo sub’22 en 1996 y el absoluto en 1998. De aquel último título, sin embargo, a Berraondo le queda una pena. No pudo ser él quien jugara la final. Iñaki Goikoetxea, entonces seleccionador, se decantó por la veteranía y solvencia de Apezetxea.
Debut en eibar Como a otros muchos, a Berraondo le llegó la oportunidad para debutar de la mano de Aspe, que durante aquellos meses dejó el campo aficionado casi desierto. A él la ocasión se la dibujaron después del Mundial, y su estreno resultó prometedor: 22-16 junto a Ladis Galarza frente a Olaizola II y Santi.
Desde entonces, la vida profesional de Berraondo ha supuesto un tránsito discreto por casi todos los escenarios de la mano profesional. En algunas ocasiones se arrimó a un primer nivel, pero lo más habitual ha sido verlo en los primeros y terceros encuentros. Sin golpe para romper ni un juego de aire vistoso, Berraondo nunca pudo inquietar a los mejores por parejas.
Quizá por ello decidió buscarse un trabajo por las mañanas en una fábrica de su pueblo y centrarse en el mano a mano. Tras ser eliminado en 1999 por Hirigoien y no ser escogido para jugar al año siguiente, Berraondo sorprendió a todos en 2001, cuando ganó cinco encuentros de forma consecutiva y se proclamó campeón frente a un adversario que ya apuntaba maneras de gran Manomanista: Xala.
Al año siguiente, no pudo ganar ni un encuentro en Primera (22-4 ante Esáin) y regresó por dos ocasiones consecutivas a Segunda. Quizá su mayor virtud fue no desanimarse, confiar en sus posibilidades. Así, regresó a la final en 2003 (9-22 ante Peñagarikano) y se sobrepuso a la decepción que le supuso no jugar el año pasado en Primera. Su empresa prefirió, con buen ojo, a Juan Martínez de Irujo. El calló, jugó y se plantó en la final de Segunda de nuevo (12-22). No pudo ganar, pero este año, después de superar dos previas, se ha hecho un sitio. Ahora, su objetivo es mantenerse.
«Estoy con muchas ganas»
Berraondo y Koka cumplieron ayer en Amurrio con el trámite de separar el material que pondrán en juego mañana por la noche. No hubo problemas. «He encontrado el material que quería. Son pelotas para jugar, una de cuero vuelto y otro normal, ambas con salida de frontis. Koka ha elegido un lote algo más vivo, pero bonitas para jugar», explicó el delantero de Antzuola, que alcanza la competición en buenas condiciones, con el rodaje que proporcionan las dos previas. «La verdad es que me encuentro mejor de lo esperado, aunque no tuve demasiado tiempo para preparar la fase previa». Lo que viene a partir de ahora no tendrá, sin embargo, nada que ver con las previas. «El Manomanista es otra historia, con unas eliminatorias muy duras. Yo saldré a disfrutar y con la intención de hacer las cosas bien. Ya se verá qué sale, pero estoy con muchas ganas». En cuanto a su rival, Berraondo tiene claro que deberá jugar muy bien para tener opciones de victoria. «Koka es un pelotari con muchos recursos. Yo intentaré hacer mi juego, pelotazo largo para mantenerle lo más atrás posible». El lote de Koka pesó 102,3 y 103,4 gramos. El de Berraondo, 102,9 y 105,2.