Armendariz recuerda su experiencia tras ocho días en California
José Mari Colomo / La Estafeta de Navarra
La aventura de cuatro pelotaris en el lejano Oeste americano durante ocho días resulta un tanto llamativa, chocante, y en palabras de Carlos Armendariz, «muy intensa».
El pasado 27 de mayo, Inaxio y Javier Errandonea, Carmelo Ariznabarreta, Carlos Armendariz y el mánager de Frontis, Sebastián Oiarzabal viajaron a California para participar en la 32ª edición de la Fiesta de los Centros Vascos de los Estados Unidos, que se celebró en la localidad de Bakersfield. Allí tuvieron tiempo de jugar partidos de exhibición, de hacer turismo por el Gran Cañón del Colorado, de entrar a probar fortuna en un casino de Las Vegas y de conversar con emigrantes vascos ávidos de recordar cosas de su tierra.
«Hicimos muchas cosas en poco tiempo», recordaba Armendariz. «Allí lo pasamos muy bien. Llegamos a Los Ángeles, y de ahí nos llevaron y nos alojaron en casas de vascos que residen en Bakersfield, a unas dos horas, y nos atendieron muy bien en todo momento. Son gente que empezaron siendo pastores, pero que ahora viven en casas unifamiliares de una planta, con jardín, y se dedican a la jardinería».
¿En qué consistió la fiesta?
El sábado hubo una especie de prefiesta con un pequeño partido, danzas con un grupo de Rentería, otro partido de pala con gente de allí y después una cena popular con música de acordeón, y se bailó mucho. El domingo se concentraron unas 3.000 personas en la Fiesta, y fue muy intenso, porque además de la música y la comida, se mezclaron muchas emociones con la gente de allí. Te hablan y te recuerdan su pueblo, su tierra y acaban por emocionarse».
¿Qué comieron?
«Principalmente comida americana. Carne de res a la parrilla, cordero guisado y ensalada. Delicioso. El lunes hubo también un almuerzo de despedida, y después cada uno a su casa».
¿Qué le comentaba la gente de allí?
«En Bakersfield el 65 % de la población es de origen mexicano y hablan castellano, pero los vascos que estuvieron con nosotros querían hablar euskera y recordar la lengua, comentar cosas de aquí y sentirse un poco como en casa. Muchos te expresan sus sentimientos y sus ganas de volver algún día por aquí, pero como tienen su vida hecha, no saben…Fue muy emocionante, muy intenso».
¿Conoció a alguien especial?
«Había personajes curiosísimos. Un hombre de unos 58 años o así, Juan Leonis, de Donamaría. Me contó que llegó con 16 años allí, y que le dejaron sólo durante 15 días en un prado con 3.000 ovejas y un zurrón con comida. Como pasaba hambre cogió un zubipotoko con cencerro, (serpiente cascabel), le quitó el cencerro y se hizo un bocadillo».
¿Qué otras cosas recordará de su primer viaje a Estados Unidos?
«Todo fue alucinante. El viaje a Las Vegas por rectas larguísimas. Probamos suerte en un casino, pero no nos sonrió mucho. Allí están 16 de los 20 hoteles más grandes del mundo.La visita al Cañón del Colorado en helicóptero fue espectacular, una sensación muy buena. Sobrevolamos la presa más grande de Estados Unidos. Conocimos a dos crupiers y dos jardineros vizcaínos que fueron jugadores de cesta punta. Pero sobre todo que allí nadie te mira, éramos nosotros los que mirábamos a los demás. Hay mucha gente con sobrepeso, los pobres son gordos y los ricos, delgados», afirmó.