Unas infiltraciones durante el Manomanista le provocaron «una fibrosis peritendinosa» Hace once años sufrió un problema similar
Tino Rey / El Correo
Patxi Eugi será hoy intervenido en la clínica Universitaria de Pamplona de una «fibrosis peritendinosa» que arrastra en su mano izquierda. El móvil de la lesión, que el propio pelotari ha dado a conocer a sus íntimos, ha sido por unas infiltraciones que se le aplicaron en el transcurso del pasado Manomanista.
El ocho de mayo es una fecha aciaga en la carrera profesional del campeón de Aoitz. En 1993, ese mismo día, protagonizó uno de los escandalos mayores que ha vivido la pelota a mano profesional. Se enfrentó a Josean Tolosa en Bergara y el guipuzcoano lo pasaportó (22-4) a su casa en menos de 39 minutos de juego y 121 pelotazos.
Eugi compareció con su mano derecha infiltrada y desde el primer tanto de la eliminatoria lo único que hizo con esta mano es empujar de mala manera la pelota en medio de la indignación generalizada. El desaparecido José María Palacios Ogueta, una de las voces autorizadas presente en el recinto bergarés, expresó: «Grave y muy triste lo ocurrido». Los titulares de los periódicos fueron contundentes. EL CORREO fue claro en su página de pelota. «Eugi engañó a los aficionados con una actuación lamentable».
Once años después -8 de mayo de 2004- el mismo día y a la misma hora, Eugi firmó una derrota grotesca (19-22) ante Xala en el frontón Labrit. Fue un auténtico simulacro de partido porque el delantero de la promotora de los Vidarte jugó desde el primer tanto manco, con su zurda de florero pelotístico.
Hubo un hecho, en el ecuador del choque, muy llamativo. El lesionado, intuyendo que la escandalera podía ser mayúscula y que la victoria era una misión imposible, se retiró a vestuarios con la intención de arrojar la toalla. Sin embargo, recibió una visita que le incitó a volver a la cancha.
Ocultar la verdad
Lo grave del asunto no acaba con este deplorable enredo. En la posterior rueda de prensa intentó justificar su presunto mal de manos aduciendo que «en el transcurso del entrenamiento me ha entrado una pelota en la zurda, se me ha fastidiado la mano, y ya no he podido tocar la pelota».
Pero lo cierto es que Eugi ya llegó a Pamplona con su mano hinchada y en grave estado porque previamente había recibido unas infiltraciones que causaron el efecto contrario del deseado. El problema es que esta aventura le pude costar varios meses en la enfermería