El de Aoiz supera en un durísimo test a Saralegi y se medirá a Patxi Ruiz en octavos
César Ortuzar / Deia
La guillotina que accionó el entusiasta Ekaitz Saralegi en el municipal de Bergara a punto estuvo de rebanarle el gaznate a Patxi Eugi, tricampeón de la distancia, en la primera ronda, el desfiladero de las sorpresas. Por fortuna para el de Aoiz, el saque se le encasquilló a Saralegi en el tramo decisivo del duelo. El luminoso había frenado en 19-16. El de Amezketa cogió carrerilla y soltó el látigo en corto para mutilar el resto de Patxi Eugi. Lo cierto es que el navarro no llegó a la pelota pero ésta tampoco traspasó la línea. Falta. En ese instante Eugi pudo por fin apartar el cuello de la hoja afilada al que le habían llevado sus inquietantes nervios y el buen hacer de Saralegi. El guipuzcoano, desilusionado, no volvió a enchufarse al partido y se dejó llevar como una barcaza río abajo, sin oposición y sin esperanzas. Patxi recuperó el tino en su juego y se enfrentará a Patxi Ruiz en octavos en un par de semanas.
Al de Aoiz el partido enseguida se le puso de frente. Saralegi no entraba en juego, superado por las circunstancias, le faltaba tensión competitiva. Eugi jugó impulsado por su ritmo, siempre alto. Colocó una distancia considerable (5-0) en el marcador y se descuidó. Saralegi, con las venas relampagueando sus antebrazos, encontró la vía para meterse de cabeza en la contienda. No tenía nada que perder y decidió tirarse a la piscina y disfrutar de su primer baño en el Cuatro y Medio. Braceó contra corriente con determinación y se acercó hasta hacer pensar al de Aoiz (8-8). Saralegi tropezó entonces en la piedra. En el saque. A su disparo inicial le faltó recorrido. Se quedó a un par de palmos de reiniciar el juego. Eugi escuchó un grito de la experiencia. Le puso en guardia. Se fue al cestaño y cambió de pelota. El nuevo cuero crucificó a Saralegi. Al de Amezketa le cayeron nueve tantos. Fueron los mejores momentos de Eugi, que meneó a Saralegi con la destreza necesaria hasta que la chivata penalizó al de Aoiz. Saralegi recuperó el saque pero Eugi se había hecho fuerte.
El navarro pensó en el futuro y se atascó en un manojo de nervios. Saralegi se percató del gesto preocupado de Eugi y remontó. Se puso nuevamente en los talones de su rival, (19-16). Saralegi corría nuevamente. Dominador. Y en esto que un piedra le hace tropezar, bueno, la misma piedra, el saque. Otra vez falta de centímetros. El abismo. Y la salvación. «He estado muy tenso, con nervios», resumía Eugi con el susto respirando a su lado.