Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
La Federación Riojana de Pelota abre de martes a viernes de seis a ocho de la tarde. Son apenas ocho horas a la semana de actividad administrativa, casi las mismas que, en un sólo día, se invierten en la sede que ocupa la Federación Navarra en el Labrit. Con unas 700 licencias, la Riojana no puede compararse a la Navarra o a la Vizcaína, las dos territoriales más pujantes del momento, pero sí intenta salir del marasmo de la última década. En ese tiempo, sólo la aparición de Alberto del Rey ha ofrecido síntomas de que en La Rioja se sigue jugando a pelota.
«Creo que hay ciertos argumentos para el optimismo», explica Jesús Muñoz, presidente de la Federación Riojana de Pelota desde 2000. «Hay expectativas de que puedan salir pelotaris interesantes. Merino es campeón de España juvenil y acaba de cumplir 18 años. Nuestros infantiles dejaron en uno a los campeones navarros. Y los cadetes también vienen muy bien», explica el dirigente riojano, que pasó 13 años de su vida en Estella. Por primera vez en cierto tiempo se percibe movimiento en una base que, como el mismo Muñoz reconoce, no es tan grande como en Navarra. «La cantidad de gente no está mal, pero está claro que no lo podemos comparar con Navarra», dice.
La realidad de la pelota en La Rioja es, por tanto, precaria, quizá algo mejor en algunos aspectos a la de Álava, pero con mucho camino aún por recorrer. Lejos quedan los agitados años 80 y primeros de los 90, cuando los frontones se colmaban al reclamo de figuras emergentes en el campo aficionado. Gorostiza, Titín, Capellán, Santi y Berna, entre otros, integraron una generación irrepetible, que movió a centenares de personas en La Rioja. «Llenábamos el Adarraga para una final de aficionados. Había que cerrar la puerta y aún se quedaba fuera gente», explica Muñoz.
Sin festivales profesionales
También en profesionales se ha notado el bajón. Con el debut de Titín, Asegarce encontró allí una veta que comenzó a perder al salir Aspe en 1998. Seis años después de aquello, la empresa de Fernando Vidarte tampoco acude a La Rioja con la asiduidad de 1998 ó 1999. Aquel año, Titín jugó 12 veces en el Adarraga, cinco en Ezcaray, otras tantas en Nájera. El año pasado, rindió apenas ocho visitas a Logroño, una a Nájera, otra a Cenicero y otra a Ezcaray. Santo Domingo de la Calzada no lo pisa desde mayo de 2003. Y otro dato: en el último año, La Rioja sólo ha acogido cuatro partidos de competiciones oficiales, tres del Campeonato de Parejas y uno del Cuatro y Medio. Las perspectivas no parecen mucho mejores para 2005. Con el Adarraga cerrado por obras, el Campeonato de Parejas lleva camino de pasar de largo. Como quiera que el Manomanista no contará con ningún pelotari riojano, no será sencillo presenciar encuentros de alto nivel esta primavera en La Rioja.
En el ámbito profesional, en la explotación comercial de la mano, La Rioja ha pasado de ser un filón a convertirse, da la impresión, en un territorio yermo, quizá agostado. Es la pescadilla que se muerde la cola. «El público, con una oferta de ocio cada vez más variada, acude al frontón sólo en competiciones oficiales», explica Jesús Muñoz. Cuando bajan los ingresos, las empresas buscan otros territorios. Con menos partidos, el público se desengancha, y así, hasta llegar a la situación actual. Alberto del Rey jugó 22 encuentros en Nájera en 2001; 13 en 2002; seis en 2003 y sólo uno en 2004. «Y Nájera es un frontón precioso, en el que el público responde si llevas un partido con picante. Lo que sucede es que quizá no se mueve dinero», dice un entendido aficionado riojano.
Este mismo aficionado añade que hay otro aspecto que dificulta la celebración de encuentros en Logroño: el canon del Adarraga. «Los que los gestionan son gente que procede de otros deportes y que tienen la idea de que, si las empresas quieren usar el frontón, deben pagar por él. Y claro, las empresas van a lo suyo. Prefieren vender los festivales a los Ayuntamientos».
La base, único futuro Con Titín más cerca de los 40 que de los 30, el futuro de la pelota en La Rioja pasa, por tanto, por fomentar la base. El caldo de cultivo no es muy amplio, pero existen iniciativas interesantes como el Centro de Tecnificación de la Federación Riojana, en el que 42 chavales desde infantiles hasta juveniles tratan de mejorar por medio de entrenamientos y de un seguimiento físico y médico cuidadoso. Joaquín Plaza trabaja con ellos, y sigue dirigiendo el grupo de trabajo en el que se encuentra Titín. «Creo que la Federación Riojana está haciendo bien las cosas -dice Plaza-, ahora son los chavales quienes tienen que responder».
Éste es el argumento principal de Plaza, cuya labor persigue obtener frutos de un grupo que tiene en tres pelotaris sub’22, (Zorzano, Merino y Javi Gómez) a sus puntales. «Éstos ya se entrenan con los mayores». Al resto se le intenta llevar a competiciones en Navarra y en la Comunidad Autónoma Vasca y de entre todos ellos, Jesús Muñoz destaca a los cadetes: «El hermano de Merino es un pelotari que viene magníficamente. Mide ya 1,86 y hay otros dos, Gorka y Rico, que forman un grupo de cadetes con nivelazo».
En este punto coinciden Plaza y Muñoz. Ambos perciben el futuro con cierto optimismo a medio plazo. Hay material y son los chavales quienes tienen que trabajar con afición e interés para mejorar. «La pelota está en su tejado. Nunca como ahora han existido tantas facilidades para jugar a pelota», explica Plaza. En dos o tres años se sabrá si este grupo de cadetes tiene posibilidades de alcanzar la elite. «Es la etapa crítica -dice Muñoz-, porque a esa edad los chavales suelen centrarse en los estudios. Otros, en cambio, le dan al botellón y se pierden».
En lo que no están de acuerdo Muñoz y Plaza es al valorar el apoyo que reciben de las empresas. El primero lo considera escaso y el segundo alaba las ayudas recibidas. «Creo que nos están apoyando mucho, sobre todo con material», dice Plaza. «Tenemos un convenio con ellas y lo cumplen a rajatabla. Lo que pedimos nos lo dan». Muñoz considera, sin embargo, que las promotoras deberían implicarse más en la formación de los pelotaris. «Si luego quieren recoger, tienen que invertir en ello. No vale con dar material. Hay que pagar a los monitores y muchos pelotaris podrían aportar sus conocimientos. Yo echo en falta eso y un mayor apoyo de firmas patrocinadoras. Aquí sólo da dinero Caja Rioja».
Sólo un club riojano en División de Honor
El mal estado de la pelota aficionada riojana tiene su reflejo en el Campeonato de España de Clubes. En División de Honor, sólo un club riojano, el San Cosme, se codea con los mejores. En él juega Zorzano, pero los resultados no están siendo demasiado buenos. Ocupa la última plaza de su grupo y tendrá problemas para mantener la categoría. En Primera y en Segunda División, la realidad resulta cuando menos discreta. El Najerino aspira a subir a División de Honor el año que viene, mientras que el Pradejón habita en la Segunda, categoría que todavía no ha arrancado. En herramienta Cantabria y Elhuyar tratan de mantener viva la llama. «Cantabria podría ser un club importante, pero sólo admite jugar a los socios y eso limita bastante», dice Jesús Muñoz, quien señala a las promotoras de tercera fina como otras de las responsables del desierto que vive la mano aficionada en estos años. «El otro día conté que había unos 32 pelotaris profesionales. Buen nivel tendrán cuatro o cinco, pero con ellos van tirando y llevan partidos a Teruel o Albacete. No sé si será rentable, pero yo ya he visto llenar frontones así».