Cosechó su tercer título del Interpueblos al batir a Azkoitia por 2-1 en la final gracias a las victorias de los cadetes y los juveniles. Con el duelo sentenciado, los azkoitiarras ganaron en seniors.
JOSEBA LEZETA/Diario Vasco
Hernani luce tres títulos del Torneo Interpueblos de mano tras derrotar a Azkoitia por 2-1 en la final disputada ayer en el Municipal de Bergara, bajo un calor sofocante. Los triunfos de sus cadetes (Arrieta-Grajal) por 22-19 y sus juveniles (Aizpitarte-Gorrotxategi) por 22-15 en los dos primeros encuentros sentenciaron un duelo marcado por el equilibrio, tal y como se esperaba. La pareja que menos tantos hizo en la final llegó a quince, señal de que ningún partido resultó cómodo. La victoria en categoría senior por 22-16 le valió a Azkoitia sólo para maquillar el resultado.
Hernani demostró que es un equipo de verdad, un conjunto compensado en el que hoy son unos quienes sacan las castañas del fuego y mañana les corresponde a otros el protagonismo. Si durante toda la competición, la pareja senior de un Oier Mendizabal a punto de dar el salto al profesionalismo había sido garantía de punto, en la final -ya sin un Mendizabal que ha pasado al profesionalismo- otros recogieron el testigo. Por eso Hernani es difícil de batir y volvió a evidenciarlo en Bergara ante un rival de características similares, pero que estuvo peor en los momentos decisivos.
El más decisivo, tal y como se demostró a la postre, estuvo en el primer partido, el de cadetes. Hernani se apuntó el triunfo por mediación de Arrieta y Grajal ante los primos Epelde por un ajustado 22-19. Estuvieron 19 iguales. El juego tuvo intensidad, aciertos, errores, alternativas, un Oier Epelde, el delantero azkoitiarra, que ofreció lo mejor y lo peor, un Josu Epelde, su zaguero, que hizo buena hasta hartar pese a su escasa fuerza. No pasó la pelota del tres. Grajal, de menos a más, trabajó a destajo y Arrieta, todavía infantil, estuvo en su sitio, fino. Sólo le faltó acierto en algunas dejadas.
Los Epelde ganaban 11-16, pero Arrieta y Grajal pelearon y dieron la vuelta al marcador, 19-16. En ese momento, Oier y Josu Epelde intercambiaron sus posiciones. Empataron a 19. Grajal no se puso nervioso y supo jugar los últimos tantos. Mantuvo a raya a Oier y cortó la pelota a Josu.
El partido pudo ser de Azkoitia, pero Oier Epelde, al que todavía le resta un año de cadete, abusó en las entradas de aire a resto de saque. Perdió seis pelotas de esa manera. Pese a sus errores, se empeñó en devolver los saques de volea. Tampoco Jesús Andueza, su botillero, acertó a sujetarle. Ahí estuvo una de las claves.
Cierta tranquilidad
Hernani había dado un paso importante y el punto dio tranquilidad al resto de sus integrantes. Aizpitarte y Gorrotxategi salieron sin presión añadida, aunque eran conscientes de que las txapelas también dependían de ellos porque se antojaba complicado el triunfo de sus compañeros seniors. A Goenaga y Andreu no les quedaba más remedio que vencer.
Al igual que el de cadetes, era un partido sin pronóstico claro. Estas dos parejas se enfrentaron en la final de hace dos años con victoria para los azkoitiarras por un ajustado 22-18. Esta vez, Aizpitarte y Gorrotxategi se llevaron el gato al agua.
Encarrilaron bien el juego, adelantándose 9-4 y 15-8. Aitor Gorrotxategi dominaba atrás. Goenaga no encontraba su zurda ni con el saque ni en el peloteo. Tampoco Andreu logró ese objetivo. No era nada fácil dada su condición de zurdo. Viéndole jugar, parece claro que se amolda mejor a la posición de delantero. Además, tuvo dificultades para restar los saques al principio. Quizá extrañó que le sacara un zurdo, Aizpitarte.
Los juveniles azkoitiarras no se arredraron. La mejoría de Andreu coincidió con el bache de Gorrotxategi -a la conclusión del encuentro declaró que «me ha dado un bajón»- y Goenaga tuvo sus mejores momentos en un par de remates. La diferencia se apretó a un tanto: 15-14. Goenaga mandó a la contracancha una volea, Hernani cambió de pelota, se rehizo Gorrotxategi y el partido volvió a su rumbo anterior. Hasta Aizpitarte cobró un gancho precioso poco antes de que el 22 subiera al marcador de Hernani y sentenciara la final. Las txapelas ya tenían dueño y el último encuentro se había convertido en mero trámite.
El punto del honor
Larramendi y Zapirain consiguieron el punto del honor para Azkoitia en un encuentro que presentó mayores complicaciones de las previstas en un principio. Se adelanteron 10-1. Ruben Zapirain se resintió de sus problemas en la cintura, indicó a Larramendi que no podía bajar hacia los cuadros delanteros y se equilibró el juego. De todas maneras, estuvo muy seguro.
El hernaniarra Unai Alvarez, delantero reconvertido en zaguero para suplir la ausencia de Oier Mendizabal, no perdió la cara. Llevó a buena pelotas muy difíciles, se desplazó con sentido en la cancha y aguantó los 73 minutos de juego como un jabato. En su debe quedan varias pelotas sin aparente dificultad que perdió con la derecha. Tampoco se le puede pedir más.
Erroizenea tuvo un comportamiento notable. Con una pelota más motela, trató de enredar el juego adelante y aprovechó bastantes de las pocas oportunidades de que dispuso para culminar los tantos. Le apuntamos ocho en jugada, una cifra considerable. De mitad de partido hacia adelante jugó ligeramente mermado por un mal golpe que recibió en un dedo de la mano derecha al tratar de devolver una escapada de Zapirain sobre la chapa.