Heterodoxia pelotazale

El triunfo de Titín III en el pasado Cuatro y Medio ha constituido un auténtico fenómeno mediático. La retransmisión de la final por ETB1 fue récord de audiencia, más de quinientas mil personas se agolparon frente al televisor en la denominada geografía pelotazale (más que en la mayoría de los partidos de la ACB de baloncesto que se emiten para todo España). Las secciones de pelota de los periódicos fueron devoradas por los lectores. El Kirolak del Teleberri en ETB parecía Tele Rioja: aparecieron el mismo día Titín, Llorente y David López y hasta en los Deportes de TVE se dignaron a hablar de pelota. A los medios en Internet nos cayó un aluvión de visitas, muchas de allende los mares e incluso alguna desde territorio de los Yanomamis en el Alto Amazonas venezolano. El fenómeno Titín se expandió como el delta del Nilo en su conquista de los bajeles mediterráneos.
La txapela del pelotari de Tricio conlleva varias características que se salen de la ortodoxia pelotazale, por lo menos de los últimos años. Veamos.
Los vetustos puristas se echan las manos a la cabeza porque el juego de aire, de gancho, de sotamano, de achique de espacios, de carambola, de restos de volea, de enredo sarmentoso… se impone sin remisión en la "jaula" para disfrute del aficionado. Añoran el transcendental Ángelus. Sin embargo, es la hora del tiki-taka pelotazale. ¡Dime algo Nafarrate! Atrás queda el tedioso juego desde el fondo del frontón, como el del cansaalmas Higueras en la tierra batida.
Por su parte, los casi 39 años de Titín es algo inusual para triunfar en un deporte de élite, les lleva una decena de años a los especialistas del Cuatro y Medio contemporáneos. Es comparable a la victoria de Paula Radclife en el Maratón de Nueva York.
También es normal que en la pelea individual el triunfo corresponda a un pelotari navarro, lo que da muestra del altísimo nivel de la pelota vasca en la Comunidad Foral. Sólo los guipuzcoanos Tolosa (1989, manomanista) y Unanue (1999, Cuatro y Medio) habían roto esa hegemonía. Titín se suma, en la época moderna, a la escasa nómina de pelotaris no navarros con txapela de campeón.
Por último, Joaquín Plaza, el botillero heterodoxo, llegó a la pelota desde Soria sin haber visto un frontón en su vida. Por lo tanto, no pertenece al magma habitual en el que se forman esos venerados consejeros de la cancha en pueblos con una sabiduría pelotística innata y rodeados de introvertidos hayas. Plaza arribó del frío mesetario, del olmo machadiano, al vitivinícola Adarraga, en la misma orilla del Ebro, para enseñarnos moderno coaching pelotazale.

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