El campeón del manomanista mostró dos caras bien distintas
Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
Cuando vio lo que le esperaba, Irujo tomó una decisión: morir matando. O lo que es lo mismo, liarse a golpes en un intercambio brutal que podía terminar de cualquier manera, pero que concluyó con una victoria con la que no podía soñar mediado el encuentro, cuando Oinatz Bengoetxea le estaba dando una paliza tremenda. Pero Irujo es campeón del Manomanista y su adversario, un pelotari todavía joven y bisoño y quizá algo tierno. En la segunda mitad pareció haber perdido la chispa con la que deslumbró en el inicio.
El encuentro tuvo ritmo e intensidad. De hecho, se vivió en las gradad del Astelena con una excitación casi inusual para un cruce tan temprano. Pero es lo que tiene Irujo, que da a sus actuaciones esa electricidad que busca quien paga una entrada por lo general cara. El delantero de Ibero, lo haga bien o lo haga mal, transmite emociones.
Ayer se encontró con un adversario que sabía cómo jugarle, cómo buscarle las flaquezas, que se hacen más evidentes que nunca en una distancia a la que no le tiene cogida las medidas. Le sucedió el año pasado frente a Capellán, cuando era 12 meses más inexperto, y a punto estuvo de ocurrirle lo mismo ayer frente a Bengoetxea VI, que disputó una primera mitad de partido primorosa, impecable.
dejadas oportunas El leitzarra puso, como siempre, el alma en cada pelotazo, pero jugó con muchísimo criterio e intuición. Acribilló a Irujo con dejadas precisas y supo evitar su juego de aire con pelotazos cruzados, rápidos y bien dirigidos. Entre eso y el aturdimiento del que era preso Irujo, la brecha entre ambos pelotaris comenzó a crecer.
Primero fue un 1-7, y después un 3-13, al que se llegó también debido a la incapacidad de Irujo para restar los estupendos saques de Bengoetxea, que jugaba con convicción y tino.
Pero Irujo posee, además de fortaleza y talento, casta y orgullo. Cuando falla se enfada -y lo hace de verdad-, pero nunca desiste. Ayer optó por tirar de repertorio, por plantarse en el tres y soltar las dos aspas que tiene por brazos. Jugó mucho de aire, y lo hizo bien, sobre todo porque imprimió mucha velocidad a sus pelotazos. Le bastó con esto y con afinar su saque -probó también de la pared al ancho- para limar la resistencia de un rival que de fue desinflando poco a poco. Con 20-20 y el saque, el leitzarra tiró con la dejada sus últimas opciones.
Martínez de Irujo 22
Bengoetxea VI 20
Duración 51 minutos.
Saques Irujo consiguió seis (5, 7, 9, 14, 19 y 22); Bengoetxea VI, cinco (2, 6, 10, 11 y 18).
Pelotazos 277
Tantos hechos Irujo firmó diez y Bengoetxea, ocho.
Errores Siete de Irujo, entre ellos una pasa, y seis de Bengoetxea.
Marcador 1-0, 1-7, 3-7, 3-13, 9-13, 10-14, 10-15, 11-19, 20-19, 20-20 y 22-20.