El delantero de ibero se convierte en el campeón número 22 de la historia
Juan Ángel Monreal
Juan Martínez de Irujo unió su nombre el domingo al de los 21 campeones anteriores del mano a mano. El delantero de Ibero tomó el relevo de Patxi Ruiz y se convirtió en el número 22 de una lista ilustre, iniciada por Atano III, el primer campeón y el pelotari que dominó la mano durante más de dos décadas.
Del primer título oficial de Atano III, fallecido en enero de 2001, a Juan Martínez de Irujo, han pasado más de seis décadas. La mano se ha transformado, se ha convertido en un acontecimiento deportivo de primera magnitud y se ha urbanizado. La televisión ha galvanizado una modalidad seguida por miles de aficionados desde los sillones de sus casas y la ha descubierto como un espectáculo agradecido, cuyas audiencias no dejan de crecer.
Irujo, que devuelve a Aspe un título que sólo había conseguido Eugui para la empresa eibarresa, se ha hecho con el título en su primera participación, ofreciendo unos números espectaculares. Seis victorias consecutivas, un 22-1 y un poder temible con el saque -con 39 tantos directos en seis encuentros (6,5 de media)- lo han situado, tras Beloki, como el campeón más joven de la historia, unas semanas por delante de José Mari Palacios, Ogueta. El navarro ha firmado, sin duda, la competición de su vida y lo ha hecho antes que nadie. Al llegar a la final en su primera participación, igualó el registro de Iñaki Gorostiza, que lo consiguió y se quedó a un tanto de la txapela en 1974. Irujo, sin embargo, ha ido un poco más allá que el vizcaíno. Logró la victoria y se convirtió en el más bisoño de todos los campeones. Un año después de debutar ha logrado la txapela de forma incontestable.
La txapela de Martínez de Irujo sirve para eternizar un dominio navarro que ya ha dejado de ser noticia. Desde que Juan Ignacio Retegui y Julián Lajos irrumpieron en el escalafón a finales de los años 60, la competición se ha convertido en coto casi cerrado de los pelotaris de la Comunidad Foral, que sólo han dejado escapar un par de txapelas, las que lograron Gorostiza y Joxean Tolosa. La del zaguero de Amezketa, que llegó en 1989, supone la última derrota navarra. Desde entonces, Julián Retegui, Ladis Galarza, Fernando Arretxe, Rubén Beloki, Patxi Eugui, Abel Barriola, Patxi Ruiz y Juan Martínez de Irujo se han ido alternando y sucediendo en el palmarés de la competición.
La del delantero de Ibero significa la 34ª txapela por Navarra, mientras que entre Guipúzcoa, La Rioja, Vizcaya y Álava suman 25. El asalto de Xala al título ampliaría el número de territorios con campeones, pero el delantero de Lapurdi deberá esperar al menos un año para hacerse con la txapela.
cantera saludable La lozanía de la cantera navarra, contrasta con la esterilidad otras canteras históricas, como la guipuzcoana, que tiene en Peñagarikano a su único e incierto valor. El azpeitiarra corre el riesgo de estancarse, pero posee poder suficiente para plantarse algún año entre los mejores. No así Koka, que parece haber alcanzado su techo y que necesitaría una serie de carambolas impensables para arrimarse a las semifinales. Más deprimente resulta la situación en Álava, resignada a jugar un papel complementario en las programaciones. El mejor frontón del circuito profesional se merece profesionales de mayor nivel. Algo parecido sucede en La Rioja, cuyo único título se remonta a más de medio siglo atrás. Desde el éxito de Barberito en 1953, ningún manomanista riojano se ha acercado a la victoria. Santi llegó a las semifinales en 1997, pero aquella flauta no suena dos veces seguidas. El juvenil Merino, campeón de España hace unas semanas, es el mejor valor de una cantera desolada por falta de iniciativas. El efecto de Titín sólo ha servido para que algunos se llenen los bolsillos.
Finalmente, Vizcaya parece el único territorio capaz de amenazar el dominio navarro a medio plazo. El buen trabajo de su federación y de muchos de sus clubes se está dejando notar en algunos aficionados interesantes. Iza, campeón del GRAVN juvenil, es una de las mejores promesas de la mano actual. Habrá que ver si crece y no se queda por el camino. Agirre y Zearra, sus dos profesionales en Primera, no poseen el poder necesario para aspirar a la victoria.
variedad y juventud Los últimos años, además, han confirmado la pujanza de las nuevas generaciones de pelotaris. De los tres últimos campeones, ninguno rebasaba los 25 años, circunstancia que no se daba desde los años 60. Barriola, Ruiz y Martínez de Irujo tienen juventud y posibilidades para repetir victoria en año sucesivos. Junto a ellos, Aimar Olaizola volverá a contar una vez que recupere la chispa que se dejó en las tres roturas de fibras consecutivas de la última edición. Xala tendrá todavía 25 años en la próxima edición y sólo Beloki y Eugui habrán rebasado los 30 cuando se juegue el próximo mano a mano. El burladés, tras dos años aciagos, tiene una cuenta pendiente con esta competición.