La atalaya de Aimar;la migraña de Abel

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Aimar Olaizola, tras su victoria en el Manomanista, quiere otra txapela
Diario de Noticias

A Abel Barriola basta con mentarle Cuatro y Medio para que se ponga a imaginar a un muchacho de pelo corto en forma de pincho, con sonrisa profident , de buenas espaldas, de posaderas resistentes, de manos de acero, de zurda de seda. Basta decirle Cuatro y Medio y Barriola interpreta que ya le están dando la murga otra vez con Aimar Olaizola. Lo que para uno es una migraña, para otro es su fortín.

Cuatro veces le ha ganado en la jaula el goizuetarra al zaguero y, hoy, en el Labrit (el festival comienza a las 11.30), puede ser la quinta. Para que no sea así, Barriola tendrá muchas cosas que arreglar y Aimar tendrá que hacer lo que no hace nunca: fallar en esta distancia o que la merma física de la fiebre que ha tenido le pase factura. A Aimar Olaizola le entra en el dedo el anillo del Cuatro y Medio como a un prometido el de casado. Le viene que ni pintado. El delantero de Asegarce estaba a punto de convertirse en un especialista de la jaula, se la iba a tatuar en la piel, hasta que saltó en abril a la final del Manomanista, se marcó un partidazo y destronó a Irujo. Ahora, ya no es sólo el rey en la distancia corta, ya es el monologuista de la pelota.

Aimar Olaizola, a frontón reducido, es un ser casi inexpugnable. El único capaz de meterle mano alguna vez parecía ser Abel Barriola, pero el tiempo y las oportunidades pasan y eso no ocurre. El zaguero de Leitza anda estos días con la mosca detrás de la oreja, venga recordarle todo el mundo quién es su fantasma y todos las derrotas que le ha infligido.

Es mejor que Barriola se olvide del pasado. No le traerá gratas noticias. Tendrá que jugar a lo suyo, sacar con la furia de costumbre, golpear con violencia pero, sobre todo, resistir. La paciencia es un arma que sólo se aloja en el vestuario de Olaizola II, que a pelma y aguante no le va a ganar nadie.

Abel nunca ha podido con este perfil. Comenzaba bien los partidos, le vendía caros los tantos, le sacaba con extraordinaria violencia, pero no había manera de abrir hueco. Así, Aimar recuperaba el saque, sacaba a la acción una pelota más tosca, le daba vueltas y vueltas a la jugada, encontraba el agujero y tiraba alguna judiada. Se las gasta muy mal Aimar en esta distancia, en la que hizo papilla al aspirante de su empresa, Oinatz Bengoetxea, con un 22-4.

Lo peor de los derrotados por el de Goizueta es que se sienten ofendidos. Se tragan millas tras la pelota, tienen que soltar el brazo más de 200 veces, aguantar una presión descomunal, y resulta que el tanto siempre cae del mismo lado. Barriola intentará que el día de San Fermín algo de todo esto cambie. Centrado en una final a la que llegó tras un gran despliegue contra Irujo, al que venció con justicia y exhibiendo su mejor saque, el zaguero de Leitza ha revivido ya un montón de veces lo que no debe hacer cuando juega contra Olaizola II.

el material

Dos estilos, dos pelotas distintas

Lo primero es no ceder el material. Ahí, lo que para uno es el día, para el otro es la noche. A Abel le gusta azotar desde el disparo inicial con un cuero vivo, que salga como un rayo del frontón y bote del mismo modo en el suelo. Así, con esa acción, busca acortar los tiempos, obligar a los contrarios a que dejen pelota servida y finiquitar el tanto cuanto antes.

No será fácil que Barriola le encaje algún saque a Olaizola. A pesar de su condición de delantero, el de Goizueta es un consumado restador. Si la pelota va arrimada a la pared, mete su mano izquierda y la saca de la encrucijada casi siempre con buena dirección. Si no, si el sacador opta por el ancho, Olaizola sostiene la pelota y la envía hacia la disputa de un tanto largo, duro e incansable. De esos que sólo le gustan a él y que sólo gana a él.

De todas formas, es una buena noticia que Abel Barriola acontezca en esta final. Es el zaguero, junto con Patxi Ruiz y a la espera del repunte de Beloki, con más recursos del momento y el único que parece en condiciones de disputar a los rematadores alguna txapela individual.

Con todo el papel a favor suyo, Aimar Olaizola, defiende su hegemonía en la distancia y a la vez lucirá la zamarra de campeón Manomanista. Al goizuetarra no le cansan estas cosas de calarse txapelas un día tras otro. Dentro de dos días se unirá a Otxandorena para intentar reeditar el título del año pasado en el Parejas de la feria sanferminera. Puede dar miedo si hoy se cala la de la jaula, pero en el deporte nadie gana sin bajarse del autobús.

Aunque todo, sin arrancar el partido, juegue en su contra, Abel Barriola ha recuperado el brillo de otros días y el esplendor de los mejores. Probablemente no pueda olvidar el pasado, los resultados en contra, y las derrotas sufridas, pero le anima que en el nuevo envite las cosas pueden ser diferentes. O no. Eso se sabrá mañana. Cuando ya se vea si a Aimar le ha dado por relajarse o por hacer de las suyas.

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