Martín Ezkurra / Diario de Noticias
Cuando falla el juego, hay que sacar la casta. Al menos, eso es lo que ha demostrado Irujo, que ha puesto en el frontón ese mal genio, ese carácter que le ha llevado a levantar un partido que se le había complicado muchísimo y en el que, sobre todo, se ha visto dominado casi siempre por Patxi Ruiz.
Me ha gustado la semifinal, ha sido el mejor encuentro mano a mano en bastante tiempo. Ha habido dos buenos pelotaris en la cancha del Atano. Ruiz, con toque, extendiendo la pelota y dándole como un tiro en muchísimas ocasiones. E Irujo a la defensiva, tratando de llevar a buena los recados que soltaba su adversario. Así ha sujetado el encuentro durante muchos minutos, porque a bote no se la visto demasiado bien.
Me da la impresión de que a Irujo le falta la frescura del año pasado. No sé si es que ha llegado algo pasado de entrenamientos o qué ha ocurrido exactamente, pero se veía que no hacía daño, que no le daba velocidad. Si hubiera estado con el nervio del año pasado el encuentro habría sido otra cosa. Habría entrado más de sotamano y marcado mejor los ganchos. Y a bote también le habría dado más.
Ruiz me ha gustado. Ha estado serio y ha hecho su juego. Pero es un zaguero y éstos siempre suelen tener algunos problemas para terminar el tanto. Y algún que otro error, varios pelotazos que se le han ido al colchón de arriba también han tenido importancia. Son regalos que al final pesan, que suman un tanto al rival y te lo quitan a ti.
Pese a todo, Ruiz ha tenido el partido en su mano, fruto de ese dominio que imponía con su derecha. Pero Irujo no se ha venido abajo. Otros hubieran cedido y dado el partido por acabado, pero él no. Él es un carriquiri y ha puesto en el frontón todo lo que tenía. Las ganas de ganar le han salvado.
Veo muy bien a Olaizola II cara a la final. Está con golpe, la pelota le sale de nuevo con rapidez y le puede hacer mucho daño a Irujo si consigue dominarle como ha hecho Ruiz. Porque Aimar sí que va a saber cómo jugarle a Irujo si éste empieza a enredarle.