Nada más proclamarse campeón Olaizola II tuvo un recuerdo para su hermano Asier. Media txapela es suya.
Diario de Navarra
Aimar Olaizola mostró dos caras en la final manomanista. Una hasta el 15-6 y otra desde ese tanto hasta que se hizo con la txapela. ¿Qué pasó? Asier, su hermano y botillero, lo explica.
-Dice su hermano que si no llega a ser por usted no gana.
-Tampoco es eso. El que hace todo es el que está en la cancha, yo sólo le vi nervioso y le intenté meter en el partido.
-¿Les sorprendió Irujo?
-Irujo no porque jugó como siempre, sí que me sorprendió Aimar porque no estaba jugando lo que sabía.
-¿Por qué?
-Creo que empezó nervioso y también tuvo mala suerte en pelotas en las que debía dominar.
-Y usted en el 15-6 le sienta en la silla.
-Sí, y le eche un rapapolvo.
-Aimar dice que nunca le ha visto a usted así, que le asustó.
-Es que nunca había necesitado echarle la bronca a Aimar. El botillero siempre tiene que hacer lo que cree que es más conveniente, y yo vi necesario ponerle de mala leche a Aimar.
-¿Vio la final perdida?
-La vi muy negra, casi imposible porque con un 15-6 ante Irujo es difícil darle la vuelta. Yo sólo le pedí a Aimar que enseñara lo que sabe jugar. No estaba dando ni la mitad de lo que sabe.
-¿Qué le dijo?
-Sólo busqué ponerle de mala leche para que soltara los nervios, se tranquilizara y pasara a jugar. Y a partir de entonces lo hizo perfecto.
-¿Cuál fue la clave?
-Que jugó perfecto, le cruzó muy bien la pelota y le salió todo a pesar de que Irujo le puso casta.
-¿Qué supone la txapela para Aimar?
-Lo máximo, pero es que además se había hablado mucho de que no era el mismo desde la lesión…
-¿Cree que se ha dudado tanto?
-Que fuera el mismo no, pero sí de su derecha. Si no fuera la misma no habría ganado un Cuatro y Medio y el Manomanista.