Los dos pelotaris viven una situación de ostracismo en su regreso al cuadro de la empresa bilbaína
TINO REY/ El Correo
Salvo raras excepciones, segundas partes nunca fueron buenas. De este viejo proverbio, con toda su crudeza, pueden hablar largo y tendido, Imanol Agirre y Raimundo Blanco Camarero, más conocido en el argot pelotazale como Rai.
El delantero vizcaíno, con 29 años en su DNI, debutaba en el profesionalismo de la mano de Asegarce en enero de 1995. La tarjeta que portaba de presentación brillantísima. Campeón Manomanista en el Mundial de Francia de 1994. Pronto se convirtió en un viceas de la modalidad. Desempeñando ese papel de comodín en las carteleras pelotísticas, en el que lo mismo se vale para un roto que para un descosido.
En la empresa bilbaína fue de más a menos. Imanol Agirre siempre dejó impreso en las canchas el sello de un pelotari competitivo, honesto y muy complicado para hacerle hincar la rodilla. Sin embargo, en la sociedad donde prestaba sus servicios no se encontraba excesivamente contento. Y arrastrado por los dulces cánticos de sirena de ciertos técnicos cambió de aires.
A primeros de 2002 fichaba por Aspe. Ese año firmó la mejor temporada en el profesionalismo. Llegó hasta las semifinales del Manomanista, después de derrotar en el Astelena a Patxi Eugi, y se ganó el respeto de la mayoría de los pelotazales y de los intendentes de la promotora de los Vidarte. Al año siguiente se le torcieron las cosas.
Las lesiones, y el mal de manos en particular, llamaron constantemente a su puerta. Fue perdiendo seducción para sus mandatarios a la misma medida que fue cayéndose de los estelares. Le propusieron una renovación a la baja, que no aceptó. El uno de enero de 2004 desandó el camino y como el hijo pródigo retornó a su primera casa, Asegarce.
El sendero de ida y vuelta ha sido muy abrupto. Los intendentes de la empresa vizcaína en un principio lo instalaron en las letras grandes de la cartelera. De unos meses a esta parte, sin una causa justificada, lo han condenado al ostracismo. Va de telonero por los frontones y con la moral por debajo de la chapa. Un auténtico calvario, tan inmerecido como inadecuado para un joven.
Bien es verdad que su estadística no es como para sacar pecho. Ha jugado 33 partidos y sólo ha ganado 11. Asegarce, que no anda muy sobrado de delanteros, puede rescatar del anonimato al pelotari de Artea.
Rai, parecido
La vida profesional de Rai es análoga a la de Imanol Agirre. En 1997 daba el salto al profesionalismo con Asegarce en el frontón riojano de Lardero. Su andadura tuvo más luces que sombras. En 1999 conquistaba la ‘txapela’ de segunda categoría del Manomanista y su futuro era más que prometedor.
Tentado por una nueva aventura desembarcó en Aspe en marzo de 2001. En los dos primeros años jugó en compañía de los grandes de la modalidad. Pero su mano derecha entró en una fase de desorden y se vio relegado a una segunda fila. El 14 de 2004 regresó a Asegarce y al día de hoy no ha recuperado su crédito. Ha disputado 21 partidos y ha ganado 12.