JUAN ÁNGEL MONREAL / Diario de Noticias
Un poderoso Asier Olaizola fue ganando por 15-16
Los restos de saque, la derecha de Asier y los errores del campeón marcaron el choque
Todo pintaba oscuro para Juan Martínez de Irujo. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que el partido se le escapaba a chorros. Tras aprovechar un error del campeón, Asier Olaizola le había colocado cuatro saques seguidos y había certificado la remontada con un intercambio extenuante, de 39 pelotazos, que concluyó con una dejada al ancho. Con 15-16, el partido estaba en ese momento en que suelen romperse las confrontaciones a todo o nada. Parecía el tanto clave e Irujo lo había perdido.
Pero aconteció justo lo contrario. Irujo pareció recuperarse mejor del esfuerzo, ganó el tanto siguiente -rebasó a Olaizola tras alcanzar una mala dejada- y todos los que vinieron después. Respiró y se clasificó para una semifinal que lo encuadrará dentro de dos semanas junto a Patxi Ruiz, el zaguero que viene de tumbar a Rubén Beloki y Patxi Eugui, otrora únicos protagonistas de esta competición apasionante.
Ayer la diferencia estuvo, como hace 12 meses, en el saque. Asier Olaizola concedió diez tantos directos, una barbaridad a estas alturas de la competición, y un suicidio si uno se mide frente a un pelotari de la talla de Irujo. Al final, después de mucho partido, de mucho sufrimiento, los diez saques pesaron como diez toneles e impidieron al goizuetarra despegar hacia cotas hasta ahora desconocidas.
También es cierto que Juan Martínez de Irujo se encarga muchas veces de equilibrar con los errores partidos que debería ganar con más facilidad. Posee un corte extraordinario para el mano a mano, con una derecha temible y una zurda que es una joya. Saca, defiende de volea y es capaz de abrir al ancho, aunque ayer -quizá mermado en su meñique fisurado- lo hizo menos que siempre. Pero no siempre posee el criterio necesario para matar los encuentros a tiempo, con rapidez. Cuando lo hace, firma exhibiciones como la del Ogueta ante Aimar.
Asier sabe la lección Irujo se encontró en Bergara con un rival que sabía cómo jugarle. El goizuetarra, quizá temeroso de la volea del campeón, pegó a veces a medio frontis, tratando de que el pelotazo resbalara y su adversario no pudiera ni recular ni entrar al sotamano. De esta manera forzó errores y se mantuvo vivo una vez que Irujo se recuperó del 1-3 inicial y fabricó su primera ventaja apreciable (8-4).
Para ser perfecto, al encuentro le sobraron errores, pero ambos pelotaris lucieron las armas que los convierten en elementos únicos. Asier, una derecha colosal, potentísima. Irujo, su defensa que a veces es ataque. Pese a encontrarse muchas veces incómodo, el campeón exhibió las trazas que lo llevaron el año pasado hasta la txapela. Aprovechó la altura, soltó la derecha con decisión y pareció imponerse mediado el encuentro (15-9).
Pero entonces le llegó el apretón. Lanzó bajo chapa una dejada sencilla y sintió que la tierra se abría bajo sus pies. Llegaron los saques, el miedo, la mirada a Urzainki, la decisión de responder de aire a los saques. Nada. La defensa, el sufrimiento, 39 pelotazos y 15-16. Irujo, sin embargo, tenía una carta: sensatez, tres saques seguidos y a pensar en una semifinal de campanillas.