Barriola se tomó con tiempo su elección en San Sebastián y, al ser objeto de una broma de Titín, el de Leiza le contestó que todo el lote era de su gusto
Buen madrugón. A las ocho de la mañana partía Titín de Logroño para acudir a San Sebastián. Después de hora y tres cuartos de viaje, llegó al Atano III. Aparcó en la zona azul y pagó según el horario que tenía estimado.
NAFARRATE./ La Rioja
El canchero y los repositores del bar trabajaban de espaldas al frontón. En los vestuarios, sólo la bolsa de deporte del seleccionador Atano XIII. Lavado de manos, resina, esparadrapo y hornillo. El protocolo de siempre, un requisito penoso como el afeitado, pero imprescindible. «Buenos días», saludó el seleccionador, «hoy no tengo tiempo para nada», dijo. Mariano Juaristi tenía que estar a las 13.30 en el Labrit en otra elección. Sin quitarse los trapos, sin ducharse, se cambió el chándal y a conducir hasta Pamplona. «Buenos días», saludó Antxón Maíz, con voz grave mañanera. «Egunon», se saludaron entre ellos.
Titín ya casi estaba listo cuando sacó de la bolsa una enorme rodillera para salir a calentar. El riojano está mejor, pero la rótula le ha impedido asimilar más trabajo. «Llegas tarde», le dijo el riojano a Barriola, que justo aterrizaba por allí.
Titín eligió primero. Tranquilo, fue examinando todo el lote. Las bonitas, al bolsillo derecho; las malas, directamente al cestaño. Material de medio bote, nada saltarín: 102,9 y 104,7 en la báscula. «Redondas», como siempre dice el de Tricio.
Barriola salió a continuación. Fue más lento. Y como la semana pasada con Esain hubo un leve enfrentamiento por aquello del uso y el abuso del tiempo y el consiguiente desgaste del lote, Titín le apremiaba desde el fondo: «Vamos, vamos». Barriola y el resto de la concurrencia sonrieron.
Con su lote ya elegido, el zaguero de Leiza realizó un saque, un trallazo, que resonó en el recinto como un cañonazo. Titín, viendo la andanada, le volvió a incitar: «Esa pelota no te va bien, me va mejor a mí», a lo que Barriola le respondió: «Si es que me gustan todas».
Al final, el navarro estuchó una de 104,4 de cuero vuelto (la única) y otra de 106,1. Los dos coincidieron en que habían evitado un par que pecaron de toscas.
Titín, expectante
Titín, más animado por la positiva evolución de su rodilla, lamentaba el hecho de que no había podido trabajar con la alegría que él hubiera deseado. Barriola, por su parte, expresaba que «Titín con tendinitis sigue siendo igual de peligroso». El riojano apelaba a mantener su estilo de juego y a «eludir el cuerpo a cuerpo en el juego largo. Si juego a aguantar desde atrás, Barriola me mata».
Para el de Leiza, la consigna es clara: «Si le doy altura a la pelota, ya sé que Titín me va a entrar, así que trataré de jugar por bajo».
El respeto entre ambos se palpaba en el ambiente. Risas y bromas, todas las del mundo, pero a la hora de la verdad, como dijo Barriola, «dentro de la cancha no hay amigos. Aquí te juegas tu pan», mientras que Titín reconoció que esperaba a Barriola en el cruce.. «Claro que contaba con él. Está fuerte, pero no de ahora, lleva cuatro meses pletórico».