JOSEBA LEZETA/Diario Vasco
BARRIOLA llegó a las tres de la tarde al Ogueta, dos horas antes del comienzo del festival, después de viajar con dificultades desde Leitza a Vitoria. Su todoterreno tuvo que ir detrás de un quitanieves en varios tramos. Aimar llegó poco antes de las cuatro. Se dirigió primero hacia Vitoria por Etxegarate, pero la Ertzantza le impidió el paso en Idiazabal porque el puerto estaba cerrado. Dio la vuelta y realizó el viaje por Donostia, donde cogió la autopista hacia Bilbao y Altube.
Los pelotaris llegaron a tiempo y la final se jugó con absoluta normalidad. Pero imaginen que se cruza un camión en Altube y cierra el acceso a Vitoria. Las previsiones de nieve y dificultades en la carretera se remontan al miércoles o al jueves. ¿Es tan descabellado llevar a los finalistas y al personal indispensable de las empresas a un hotel de Vitoria el sábado, cuando las carreteras estaban limpias, para asegurarse su presencia en el frontón? Siempre queda la oportunidad de suspender el festival si es imposible que la mayor parte de los espectadores llegue a Vitoria el día de la final.
Argumentarán que los pelotaris prefieren dormir en casa y mantener su horario habitual. Pero ante situaciones de emergencia, hay que adoptar soluciones de emergencia y alojarse en un hotel de Vitoria desde la víspera no parece una solución exagerada. ¿Cuánto puede costar la cena, la habitación, el desayuno y la comida de diez personas? ¿1.500 euros? Lo que valen quince canchas. No me parece una inversión excesiva en un aforo cercano a los 2.000 espectadores, como el del Ogueta.
Viendo el proceder de las empresas, me siento a veces marciano.