Olaizola II, el premio a la regularidad

Olaizola II txapela Irujo2008-12-08

Tras la emoción vivida ayer en el Atano III de San Sebastián, con un gran ambiente en la grada y con un juego irregular, hoy los colegas de profesión nos cuentan en sus crónicas los siguiente.
Olaizola II tiene un paraguas de lujo (Lezeta, Diario vasco)

  • Aimar era consciente de la tormenta que le esperaba en el Atano III. Se llamaba Irujo. Pero él confiaba en su paraguas. Y salió con la estrategia de esperar bajo él, soportar la lluvia, mojarse lo menos posible, a lo sumo los bajos del pantalón, y esperar la oportunidad de dar su zarpazo. No necestió muchos porque el propio Irujo se encargó de que engordara el marcador del manista de Asegarce.

El efecto inverso (Leoné, Diario de Noticias)

Al campeón también le sonrió la fortuna, pero la suerte también resulta imprescindible para salir victorioso de una batalla como la planteada ayer en el Atano III de San Sebastián. A Aimar le crujió el meñique de su zurda en plena reacción de Irujo. El delantero de Ibero se repuso del parcial inicial que le endosó Olaizola II (5-0). Tal vez le costó meterse en la final. Pero en cuanto encontró su ritmo, apoyado en su material, mareó a Aimar. Hasta tal punto que se puso por delante (5-7) y propició que al menor de los hermanos Olaizola se le rompiera un dedo al intentar golpear una pelota imposible muy baja y muy pegada a la pared izquierda. El goizuetarra, con gesto de dolor, se dirigió a un juez para comunicarle que tenía que pasar por los vestuarios para una reparación que le permitiera optar a la txapela. Irujo se enfrió y Olaizola II, pese al contratiempo, se encontró sin quererlo con la mejor fórmula para frenar las acometidas de un rival que ahí perdió opciones de regresar a la elite de los campeones.

El campeón impasible (Guinea/Zuza, Diario de Navarra)

Todo eso lo consiguió al más puro estilo Olaizola, sin estridencias, con sobriedad, máxima efectividad y las ideas claras en la cancha. Nunca se dejó influenciar por el ritmo endiablado que Irujo le puso al partido, ni todo el ruido exterior que inundaba un Atano III lleno hasta la bandera.

La txapela es para la cabeza (Ortuzar, Deia)

Las finales se juegan con la cabeza porque no hay pelotazo que se compare al poder de la mente. Y en eso Aimar Olaizola no encuentra parangón. Por eso conquistó su cuarta txapela en la distancia y empató a títulos con Julián Retegi, otro magnífico estratega. Nadie es capaz de gestionar las situaciones límite con semejante pausa y cordura.

Olaizola II ya reina en el Cuatro y Medio con Retegui (Rey, El Correo)

En 2008, además del éxito de ayer, la pasada primavera se alzó con el título de Parejas en compañía de Oier Mendizabal. Fueron mejores en la final que sus rivales, Titín III y Laskurain. Pero, aunque lo parezca, el camino no ha sido fácil. Ha tenido que pasar muchas horas en el frontón, repetir jugadas una y mil veces, ser paciente y revestirse de esa veta de sufrimiento innata en los campeones.

La cuarta de Aimar (Gómez, La Rioja)

Pero en el partido de ayer echó por tierra todos aquellos augurios, al ganar la final con todo merecimiento. Obtiene así su cuarto título de la especialidad, igualando el récord que mantenía Julián Retegui. La victoria la consiguió superando a un rival siempre peligroso, que le hizo trabajar de lo lindo, aunque, con arreglo a su hábito, Irujo fue pródigo en regalos. Sus comienzos de la pelea fueron de clamar al cielo.

Buruan janzten delako (Magro, Berria)

Argia da, argiena ziurrenik. Zuhurra, burutsua, adimentsua… Bere dohain fisiko eta bertute teknikoen gainetik, buruan du indarra Aimar Olaizolak. Partidak aztertu, barneratu eta konponbideak aurkitzeko ahal ikaragarrian. Eta horregatik da txapela saria pilotan, burua jantzi eta saritzen duelako. Pilota eskuekin astintzen da, nahi bezain bortitz, baina adimenak agintzen dunoiz, nora eta nola jo, eta hor Olaizolak ez du parekorik. Irujo bere erritmoan sartarazi zuen atzo Atanon; sua itzali, kontrarioa ernegatu, eta bere tokitik ateratzeko. Itxaron eta jo, ehiztari sena da.

Foto Carlos Zuluaga

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